Twitter ya admitió en febrero que su política contra los abusos y los trolls "daba pena", automotivándose para empezar a mejorar. Vimos cómo iban a utilizar los números de teléfono para poner obstáculos a esos trolls, y ahora la compañía ha anunciado nuevos filtros para detener las amenazas y el lenguaje abusivo.
The Guardian nos explica que lo conseguirán analizando las menciones que reciba cada usuario. Si alguien nos menciona en un tuit y tiene un historial de mensajes reportados, entonces ese mensaje no se mostrará en nuestras notificaciones. No nos daremos cuenta ni que esa persona nos ha escrito.
Se tendrán en cuenta aspectos como la edad de la cuenta de Twitter (no la edad del usuario), o la similitud del tuit con contenido que previamente se haya marcado como abusivo. Shreyas Doshi, director de la gestión de producto en la compañía, asegura que estos filtros "no impedirán que sigamos pudiendo leer lo que hemos buscado explícitamente en el servicio".
Otras normas pasan a generalizarse un poco: hasta ahora podías sufrir represalias de Twitter si amenazabas a alguien en concreto. Ahora basta con que amenaces abierta y públicamente a un grupo determinado de personas o promuevas violencia. Empezaremos a ver baneos temporales de cuentas, a modo de "castigos" para aquellos a los que un baneo permanente implicaría un castigo demasiado severo. Son funciones que se heredan de algunas herramientas que hasta ahora sólo tenían las cuentas verificadas de famosos.
Sí, no cuesta nada hacer otra cuenta de Twitter mientras nos hayan baneado la original (en YouTube hay muchos autores que lo hacen, con canales secundarios y hasta terciarios), pero si estamos ante un troll irremediable se le podría pedir confirmación de su identidad mediante el número de teléfono. El simple esfuerzo para rodear esto con otras líneas de móvil ya puede desanimar a muchos.
Intentando vencer a los trolls sin tener que ceder el anonimato
Twitter es una de las redes más atractivas en cuanto al anonimato, ya que no hacen falta demasiados datos para crear una cuenta: un nombre que no hace falta que sea el verdadero, un correo electrónico y listo, luego ya vendrán las medidas para confirmar identidades. Pero claro, ese anonimato (cuanto menos parcial) nos permite poder decir cualquier cosa a quien queramos.
Queda por ver si estos cambios surtirán efecto, porque tenemos ejemplos muy recientes de cómo Twitter es un auténtico hervidero de odio, amenazas e insultos. Y no tiene pinta de que vaya a parar a corto plazo.
Imágenes | Torley, Mike George
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