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<strong>Jose Antonio Gallego</strong> es presidente de la <a href="http://www.aercomunidad.org">Aerco</a> (Asociación Española de Responsables de Comunidades Online) y Social Media Manager del Grupo <span class="caps">BBVA</span>. Así mismo colabora como advisor en el proyecto <a href="http://www.forumclinic.org">Forumclinic</a> del Hospital Clinic de Barcelona. Con anterioridad ha trabajado para empresas como eBay, Carrefour o Submarino.com. Colabora como docente con diversas universidades y escuelas de negocio. Su blog es: <a href="http://www.comunidadenlared.com">Comunidad en la red</a>.</div>
El tema de la privacidad en redes sociales es uno de los debates más interesantes a los que podemos asistir hoy en día. La velocidad con que redes sociales como Facebook, Twitter, o recientemente Google + han sido adoptadas por cientos de millones de usuarios en todo el mundo, convirtiéndose en parte esencial de su día a día y creando nuevos usos y formas de relacionarse ha sido tan brutal que el resto de actores sociales encargados de regularlo (jueces, legisladores) han quedado en un absoluto fuera de juego.
Por ejemplo, el código civil que en nuestro país rige temas como el derecho al honor personal o a la propia imagen data de la época de Franco. Dada esta diferencia de velocidades es imposible esperar a corto plazo la creación de un marco legal que regule el nuevo entorno, y deberemos seguir funcionando mediante “ensayo y error” (y sufriendo las “ideas geniales“ de autoridades poco preparadas para entender los nuevos tiempos).
Este debate se ha reabierto recientemente con la política de Google de prohibir seudónimos en su red social Google + (modificada en parte por las presiones de los usuarios) y obligando a emplear el “nombre real”, algo que ya hizo Facebook hace cuatro años. En contra de esta política se han posicionado voces tan destacadas como la de mi admirada Danah Boyd, Mike Masnick o Enrique Dans, con argumentos del tipo:
1. El anonimato permite expresar ideas sin recibir las represalias de posibles empleadores, grupos de presión, etc.
2. Es una manera de librarse de “acosadores” online.
3. Es un derecho fundamental en internet que no puede ser violado.
4. Viola el deseo de la comunidad, como ya sucedió con Friendster y el caso “Fakester“.
5. No hay evidencias de que la calidad de las conversaciones entre usuarios anónimos sea inferior a la de usuarios que firman con su nombre real.
6. Ciudadanos que viven bajo regímenes totalitarios pueden ser encarcelados o asesinados si expresan su descontento bajo su identidad real. (Éste es mi personal resumen, pero por favor, leed los artículos originales para entender todo el contexto de la discusión)
Mi punto de vista es muy diferente, y soy partidario de estas políticas de “nombres reales”, por los siguientes motivos:
1. Vivimos un proceso de cambio, de una internet anónima a una internet donde nuestra identidad (y reputación) es una condición cada vez más valorada. No ha sido un cambio iniciado por Facebook o Google , sino por sus usuarios. Ellos simplemente están adaptándose a la tendencia.
2. El derecho al anonimato en internet no está amenazado, por la sencilla razón de que internet es mucho más que las redes sociales. Existen millones de blogs, foros, redes sociales, grupos, listas de correo, webs e incluso videojuegos cooperativos donde crear y cultivar una identidad anónima y expresar cualquier tipo de idea sin revelar nuestro propio nombre.
3. A diferencia del caso “Friendster / Fakester” que menciona Danah Boyd, estoy convencido de que el “espíritu” de su comunidad de usuarios es favorable al uso de nombres reales. Cuando añadimos a algún contacto nuevo en Facebook confiamos que los datos de contacto de esta persona son reales. Es un “contrato tácito” puesto que los datos que nosotros compartimos son reales, y exigimos algo a cambio. y nos sentimos engañados si esto no es así.
4. Evidentemente que existen foros donde gente que oculta tras un seudónimo genera unos contenidos de grandísima calidad y un nivel de conversación educado y constructivo. Sin embargo, esto no siempre es así. Todo el que gestiona una comunidad sabe que, en general, los comentarios de un usuario “identificado” son más elaborados y sobre todo respetuosos que los de aquellos que se ocultan en el anonimato. De ahí el éxito de sistemas de identificación como Facebook Connect o Twitter Oauth.
5. En casos de acoso sexual o ciber bulliyng es precisamente donde la “política de nombres reales” es más efectiva al permitir rápidamente identificar a aquellos que intentan amedrentar a los demás.
6. El caso más complicado es el de personas que viven bajo regímenes totalitarios. Tal y como aprendí durante el evento de Aerco “internet y las revoluciones sociales del siglo XXI“ , aparecer en un vídeo de un aficionado durante una protesta contra el gobierno puede significar tu encarcelamiento o tu muerte. Podríamos pensar que aquí el anonimato es necesario y no nos faltaría razón. Sin embargo, el anonimato también favorece que gobiernos (no solo dictatoriales) creen cuentas falsas con el fin de desinformar, o que simples idiotas ganen protagonismo, como en el caso de la falsa blogger gay siria. En casos similares, creo que la solución está en la labor de gente como Global Voices, comunidad internacional de bloggers que actúan como verdaderos “curators” y ponen voz a personas que no pueden identificarse pues les costaría la vida. Los testimonios de Global Voices, aunque sean anónimos, sabes que han sido verificados y son reales.
En cualquier caso, lo mismo que hace 30 años cuando un dictador daba un golpe de estado sabía que era vital controlar la televisión, hoy en día los dictadores (China es el mejor ejemplo) intentan por todos los medios acallar las redes sociales, señal de que perciben en ellas una amenaza.
Imagen | poropitia outside the box
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