The Web Is Dead. Esta frase encabezó un largo artículo publicado ayer mismo por la revista y web Wired. Michael Wolff y Chris Anderson, autores de la entrada, ofrecen una línea argumental específica para corroborar de alguna forma su tésis o su idea sobre Internet y la red, su situación actual, que a su juicio puede estar cercana a la muerte, y el futuro en el que nos estamos adentrando.
Pero el texto publicado contiene una serie de errores importantes. Unos que pueden ser considerados como una interpretación subjetiva del estado de la red en estos momentos y otros que no ofrecen ninguna duda sobre su falsedad.
Comienza el artículo diciendo lo siguiente, escrito por Chris Anderson:
En los últimos años, uno de los cambios más importantes en el mundo digital está siendo el movimiento de una Web abierta a plataformas semicerradas que utilizan Internet para transportar datos, pero no el navegador para mostrarlos. Esto es consecuencia principalmente del modelo iPhone y es un mundo que Google no puede rastrear, donde HTML no manda. Y es el mundo que los consumidores están escogiendo más y más, no porque rechacen la idea de la Web, pero porque estas plataformas dedicadas normalmente funcionan mejor o se ajustan mejor a sus vidas. El hecho de que sea más fácil para las empresas ganar dinero con estas plataformas viene a cimentar todavía más esta tendencia. Consumidores y productores están de acuerdo: la Web no es la culminación de la revolución digital.
Por partes, me gustaría aclarar una serie de temas. Este tipo de afirmaciones, como que la Web (en su sentido amplio) está a punto de morir, me parecen demasiado alarmistas y desprenden un aroma a búsqueda de protagonismo y clicks bastante interesante. Si no fuera así, Wired podía haber titulado la historia de cualquier otra forma y explicar su razonamiento basándose en los mismos argumentos, pero no ha sido así. Primero lanzan la piedra, y después de fallar en su objetivo, explican su versión de los hechos.
La Web: ¿muerte o evolución?
Si hiciésemos una encuesta entre, por ejemplo, los lectores de Genbeta seguro que pocos de vosotros apoyaríais esa idea o pensamiento. La Web no está muerta, ni mucho menos. Está más viva que nunca y estamos asistiendo a una evolución de la misma hacia campos que todavía no se ven o conocen con claridad, como el de las aplicaciones móviles y otras formas de agregar y presentar contenido.
En todo caso, lo que sí estamos viendo es un incremento importante en el uso de aplicaciones y cómo estas sustituyen, en algunas ocasiones, a los propios navegadores. Pero esto no es algo malo, o al menos no debería parecerlo. No podemos pretender que la Web se mantenga estática en el tiempo y no cambie, tanto por causas internas como por culpa del propio entorno, pero eso para nada significa que se esté muriendo.
Dice de nuevo Chris Anderson en el texto que “la Web es una de las muchas aplicaciones que existen en Internet, que usan los protocolos TCP/IP para mover paquetes. La arquitectura, y no las aplicaciones específicas construidas sobre ella, es la revolución”. Pero esto también es una visión sesgada de los acontecimientos. Muchas aplicaciones utilizan tecnologías como HTTP, al igual que los navegadores. Es más, la introdución cada vez más importante de HTML5 en Internet y la Web amplían el abanico de posibilidades tanto para los consumidores como para los creadores de contenidos.
Entonces, surge de nuevo la pregunta, ¿para Wired el problema son los navegadores o la Web en sí misma?
La gráfica malvada: ¿accedemos a YouTube desde navegadores o no?
Por último me gustaría pararme un momento en el gráfico que encabeza la historia de Wired y también la nuestra, y que sirve como base para la explicación expuesta posteriormente. Este gráfico ha sido construido a partir de datos proporcionados por Cisco y muestran la evolución de la proporción de tráfico en los últimos 20 años. Ahora bien, la forma de presentarlo es un poco sospechosa.
Primero, porque el uso de porcentajes en el eje de ordenadas es sospechoso. Para mostrar bien la evolución, si es que lo que se quiere conseguir, lo mejor hubiese sido utilizar datos globales. De esta forma podríamos ver claramente cuál es la evolución del tráfico en los últimos años y ver exactamente si estamos en una fase de ascenso o descenso. Como vemos en la imagen siguiente, creada por Boing Boing, el uso de datos absolutos cambia el panorama y el crecimiento del tráfico se acerca a la famosa figura del “palo de Hockey”.
Pero esto no es todo con respecto al gráfico. Si echamos un vistazo a las categorías que se presentan en él vemos que existe una diferenciación de datos bastante curiosa. Por un lado tenemos Vídeo, y por otro Web (el más pequeño). En preguntas lanzadas por otros medios, Cisco ha confirmado que en la categoría de Vídeo se encuentra el tráfico acaparado por YouTube; y si no me equivoco, la mayoría de veces que accedemos al portal de vídeos lo hacemos a través de un navegador. Por lo tanto, ¿no es esto falso?
Utilizas el ascenso de la reproducción de Vídeos en Internet como un apoyo para demostrar la cercana muerte de la Web, incluyendo en cualquiera de las categorías lo que a ti te apetezca. Es un gran plan para demostrar tu idea o tu teoría, pero nada bueno para intentar que el resto de los usuarios que forman Internet lo comportan.
Por lo tanto, ¡larga vida a la Web y a las tuberías!
Vía | Wired
En Genbeta | HTML5
Imagen | Gráfica de BoingBoing