No me considero fan de la música electrónica, lo reconozco, aunque hay bandas que sí me gusta lo que hacen y para programar me viene genial. El caso es que mi caso concreto no va a ser representativo, pero comprendo perfectamente que lo que os voy a explicar va a dejar a muchos usuarios de Spotify huérfanos de su música preferida.
Y es que ST Holdings, empresa distribuidora de más de doscientos sellos discográficos, dice que estos servicios de música en streaming (como Spotify o Rdio) vampirizan los beneficios, sobre todo si los comparamos con la década anterior. Por ello ha ofrecido a los sellos a los que representa permanecer en estos servicios o no. Y todos salvo cuatro han decidido marcharse de Spotify.
Es necesario recordar que hace no demasiados meses otro sello enfocado sobre todo al metal se largó de Spotify por las mismas razones. Century Media desapareció del catálogo de Spotify para disgusto de mi compañero Miguel Julián, que no podrá escuchar a In Flames en el servicio sueco de streaming.
Y es que la música en streaming a través de una suscripción es un modelo extremadamente atractivo para los usuarios: pagamos una cuota mensual para poder escuchar gratuita y legalmente toda la música que nos apetezca. Pero para los artistas (y más que para los artistas para los sellos discográficos) supone un problema: y es que no cobran tanto como vendiendo discos físicos.
Sin ir más lejos, Lady Gaga cobró apenas 167 dólares en 2009. Pero obtuvo a cambio algo más interesante: visibilidad. Los usuarios podían acceder a su música sin temor a ser perseguidos, podían disfrutarla y podían plantearse ir a alguno de sus conciertos (pagando la entrada pertinente, por supuesto). Aunque hay músicos y bandas que no pueden llevar su música al directo de forma fácil (como Lacrimosa, gracias a los arreglos orquestales que incluyen en sus composiciones) y aun con todo permanecen en Spotify.
Los sellos discográficos, en su mayoría, parecen preferir anclarse en un modelo de negocio del siglo pasado y basado en la venta de copias. Y Spotify, aunque parezca mentira, no hace otra cosa que proponer un servicio legal y una infraestructura técnica para que los sellos (dado que no admiten conversaciones directas con artistas) puedan publicar sus discos. Eso sí, un servicio como Spotify tampoco puede subsistir sin los sellos más importantes.
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