La explosión de Napster y Audiogalaxy cambió radicalmente el panorama de internet a finales de los 90. El P2P se volvió masivo y, como tal, comenzaron a aparecer diferentes opciones que mejoraban las primeras ideas o buscaban otras maneras de aproximarse a ese intercambio de archivos, por aquel entonces principalmente todavía de música. Hoy en un nuevo post de la serie Clásicos del Software analizamos una de las opciones más polémicas de aquellos primeros año: Kazaa.
Kazaa: supernodos de la red y supernodos empresariales
A diferencia de otras alternativas de la primera época y en especial de la personalista Napster, la creación de Kazaa está separada de su posterior gestión. Fueron los estonios Niklas Zennström y Janus Frii los que tuvieron la idea de crear un protocolo P2P que mejorara lo existente: lo llamaron FastTrack.
La idea de Zennström y Frii, que más tarde crearían Skype, fue la de no hacer recaer todo el peso en un sistema centralizado, sino que varios servidores dispondrían de la información del sistema. De esta manera, ya se evitaban algunos problemas claves de un P2P que, desde el año 2000, ya estaba en el punto de mira de la industria discográfica. Pero Zennström y Frii encontraron además otra solución extra: se inventaron los supernodos, de manera que el intercambio y, especialmente, la búsqueda ganaba en velocidad. Con todo, se garantizaba que el servicio no fuese sencillo de “apagar”, seguiría viviendo incluso aunque hubiese orden judicial de cierre por detrás (lo que por ejemplo “desenchufó” a Napster).
Kazaa, junto al resto de alternativas de la segunda generación del P2P, idearon maneras para hacerse menos transparentes, para descentralizarse, para hacerse anónimas y convertirse en un mar que no se podía vacíar con cubos de agua judiciales.
No sólo en la estructura del programa, sino también en la de la empresa: aunque fueron Zennström y Frii los que crearon el protocolo FastTrack, cuando la justicia empezó a ir a por ellos, diluyeron Kazaa como empresa. Por un lado, el código pertenecía a Blastoise, una compañía que operaba al más puro de las antiguas “radios libres”, más allá de las costas de Gran Bretaña.
Además, la interfaz del programa era propiedad de Sharman Networks, ubicada en un paraíso fiscal del Pacífico Sur. Los servidores de Sharman estaban en Dinamarca, pero el dominio de Kazaa.com, desde el cual se podía descargar el programa, pertenecía a una empresa llamada LEF Interactive. ¿Algo anecdótico? No tanto si desglosamos las siglas LEF por lo que en realidad eran: liberté, égalité y fraternité, el lema de la Revolución Francesa.
¿A quién denunciar? Sharman era quién obtenía beneficios, pero no tenía empleados y sus accionistas eran máximo secreto gracias a su ubicación fiscal. El resto de piezas del entramado no tenían importancia real en el esquema “intercambio de archivos+lucro”. Los supernodos empresariales cuidadosamente diseñados en esta era post-Napster.
Kazaa y el adware: Compartir no sale gratis
La otra gran “innovación” de Kazaa, por llamarlo de alguna manera, fue la inclusión de Adware y Spyware de todo tipo en el propio programa. La mayoría de los usuarios, por aquel entonces, no éramos del todo conscientes de lo que suponía para nuestros ordenadores. De hecho, fue como consecuencia del auge que el spyware tuvo en esta época que los propios usuarios comenzaron a verlo como algo tan a tener en cuenta como los tradicionales virus.
Que Kazaa incluyese este tipo de código malicioso en su pack de descarga es algo que ellos no negaron al principio. De hecho, se podía optar por no instalarlo, pero, claro, nunca de manera sencilla. La coalición stopbadware.org, fundada por Google, no tardó en colocar al programa en lo más alto de la lista de transmisores de programas espías.
Porque el pack de instalación de Kazaa no tenía demasiados problemas en hacer de todo:
Cambiaba las páginas de error 404 y de DNS por unas propias, que redirigían hacia otras personalizadas con publicidad.
Daba acceso a Cydoor y a The Best Offers, que recopilaban datos de hábitos de navegación para sacar beneficio de ellas.
Montaba add-ons que hacían saltar pop-ups en diferentes momentos de una navegación normal.
Y más?
El hartazgo fue mucho, pero el programa funcionaba muy bien, por lo que un grupo externo a las empresas de Kazaa creó Kazaa Lite, que anulaba todo el paquete de spyware y adware del programa y mantenía su funcionalidad. Sí, por supuesto era una modificación del código no permitida por Sharman, quien llegó a denunciarlo por saltarse el copyright. ¿Alguien dijo “irónico”?
Además, Kazaa tenía puntos débiles en el propio protocolo, que la industria comenzó a aprovechar para sabotear el intercambio de archivos creando multitud de errores y ficheros incompletos o fakes. Poco a poco, la mala reputación del programa y la aparición de alternativas mejores y más fiables acabaron por apagar su buena estrella.
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