Desliza con agilidad sus dedos sobre el teclado sintiendo la vibración de la pantalla en cada gesto y, ya impaciente, se despide: -Adiós, que tengas un buen día.- intenta concluir mientras por el rabillo del ojo advierte un fatídico “escribiendo” que promete lo peor. Definitivamente, su estrategia no parece estar funcionando. Y maldice en silencio.
Si bien nuestra manera de expresarnos desvela nuestras intenciones y estado de ánimo así como el lugar al que pertenecemos y estrato social, es una realidad sobradamente conocida que abarca ámbitos diversos como la comunicación oral y escrita; lo cierto es que incluso el más mínimo detalle podría revelar nuestros valores. Así lo afirma un nuevo estudio, que sugiere que la forma de terminar nuestros mensajes es capaz de transmitir una determinada personalidad.
La ciencia ha hablado
Así, un equipo de científicos de la Universidad de Binghamton (Nueva York) ha descubierto que aquellos usuarios que acaban sus sms y similares mediante un punto se relacionan con personas menos sinceras. Una manera de marcar distancia y poner fin de un modo definitivo (y que, seguramente, también es percibido como abrupto).
Pero estas no son sus únicas conclusiones sino que los estudiosos afirman que aquellos que los que finalizan sus textos con exclamaciones transmiten todo lo contrario: confianza; unos resultados que probablemente serían distintos si su análisis hubiera tenido lugar en otro país. Una interpretación que, en definitiva, puede resultar algo confusa y arbitraria y que, evidentemente, dependerá de cada persona.
Por ejemplo, no podemos evitar acordarnos de aquellos mayores (de la tercera edad) que aprenden a utilizar el WhatsApp y a quienes les resulta impensable infringir las normas ortográficas y gramaticales para abreviar y agilizar el proceso.
“Los mensajes de texto carecen de muchas de las señales sociales utilizadas en conversaciones reales cara a cara”, apunta Celia Klin, jefa del estudio. “Cuando hablan, las personas transmiten fácilmente la información social con la mirada, las expresiones faciales, el tono de voz, las pausas y demás. La gente no puede valerse de estos mecanismos en los mensajes de texto; por tanto, tiene sentido que se analicen sus faltas de ortografía, emoticonos, y signos de puntuación”, remata.
A pesar de la incuestionable subjetividad, lo cierto es que parecen existir unas constantes como las citadas. A estas se añaden otras que tienen que ver con la extensión. Por ejemplo, los sujetos que responden habitualmente a largas parrafadas con monosílabos serían poco empáticos (o estarían muy ocupados, en nuestra humilde opinión).
Por otra parte, no es la primera vez que te hablamos de un caso como este. De hecho, este mismo octubre, una investigación llevada a cabo en el Reino Unido y titulada Studying User Income through Language, Behaviour and Affect in Social Media, puso de manifiesto que nuestros tuits eran capaces de indicar cuál era nuestro status económico. Y no solo eso, sino que también podían ser utilizados para conocer la carga sentimental de determinadas palabras, el número de seguidores, y demás.
Via | The Guardian
Imagen | Pixabay
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