Esta semana, socialdemócratas y verdes alemanes han llegado a un acuerdo de gobierno para cogobernar Múnich, la tercera mayor ciudad de Alemania. En dicho acuerdo se recoge explícitamente la apuesta del nuevo consistorio por el software libre:
"Donde sea tecnológica y financieramente posible, la ciudad pondrá énfasis en los estándares abiertos y el software libre. [...] Nos adheriremos al principio de 'dinero público, código público': si no hay datos personales involucrados, el código fuente del software se hará público".
El asunto es que no es la primera vez que el ayuntamiento de Múnich cambia su política con respecto al uso de software propietario: es la tercera.
Primer "Sí" al software libre
Cuando, en 2003, Microsoft anunció el fin del soporte oficial para Windows NT, el equipo de gobierno del momento se puso a hacer planes y cuentas para decidir por qué sistema operativo debería optar como reemplazo.
Su decisión final, adoptada en 2006, de abandonar el software propietario, sustituyendo Windows por Linux causó sensación entre los defensores del software libre, al ser una de las primeras grandes instituciones en dar un paso así.
El proyecto fue ambicioso, tanto que invirtieron en crear su propia distribución Linux, bautizada como LiMux: para 2013, estaba ya presente en el 80% de los equipos de escritorio de la administración municipal.
Arrepentimiento
Sin embargo, si sonada fue su apuesta por el software libre, también lo fue cuatro años más tarde el 'arrepentimiento' del Ayuntamiento, que tras un cambio de socios de gobierno, pese a que el nuevo alcalde, del mismo partido que el anterior, había presumido en 2014 del ahorro millonario que había supuesto la medida).
Así, a pesar de todo lo avanzado, en 2017, pocos meses después de que se inaugurase en la ciudad la nueva sede alemana de Microsoft, los munícipes aprobaron un plan para empezar a implementar Windows 10 en sus 20.000 equipos. Microsoft vendió en aquel momento la decisión como una gran victoria frente a uno de los estandartes a nivel mundial de adopción del software libre en la administración pública.
Pese a que el responsable de IT del ayuntamiento de Múnich, Karl-Heinz Schneider, afirmó que no existían "razones técnicas para volver a Windows", la decisión política se amparó en un informe de la consultora tecnológica Accenture, en el que hacía hincapié en los problemas de compatibilidad (solucionados, según Schneider) y en el que se afirmaba que el software municipal era "obsoleto, parcialmente inseguro y con una estructura IT engorrosa, lo que conlleva una pérdida de tiempo y productividad".
Esto obligó a la Free Software Foundation Europe a salir a la palestra para señalar los vínculos entre Microsoft y Accenture, que habría influido en el enfoque del informe, y para achacar dichos problemas a razones administrativas (la gestión de la infraestructura tecnológica de Múnich se encuentra dividida en más de 20 departamentos diferentes) y no a la adopción del software libre. La FSFE advertía que "no se había dicho la última palabra en Múnich" y que su plan de adopción del software libre aún se podía salvar.
¿Y ahora?
Ahora, el nuevo cambio de rumbo muestra a las claras que la política tecnológica de Múnich depende de las veleidades de los pactos políticos: se apoya al software libre cuando los socialdemócratas dependen de los verdes para gobernar, y se retorna a Windows cuando prefieren apoyarse en los democristianos (aunque incluso estos, en su último congreso nacional, hicieron referencia al apoyo al software libre).
De modo que este nuevo volantazo ya ha recibido fuertes críticas, por los costos que conllevará, el tiempo perdido y, en general, por la imagen de indecisión que ofrece; también han aparecido acusaciones en los medios alemanes de que esta decisión no sería más que un intento de obtener mejoras en el acuerdo con Microsoft... un acuerdo que, pese a todo, no queda anulado, con lo que el nuevo acuerdo de la coalición de gobierno queda reducido a un mero proyecto a largo plazo.
Vía | ZDNet
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