Vamos con un capítulo más de Clásicos del Software, dedicado en esta ocasión a CorelDRAW, uno de los programas referentes de dibujo vectorial para Windows. A diferencia con otros productos de este especial, CorelDraw es un software que continúa existiendo. En marzo de este año se publicó la última versión.
Descubrí CorelDraw a finales de 1992 cuando compré la versión 3 del programa. En la imagen de portada podéis ver el estado lamentable de los libros que acompañaban la licencia. Casi veinte años y el uso tienen la culpa. Los discos flexibles de instalación ya no sé dónde están y el CD-ROM con las imágenes tampoco.
El año siguiente se presentó la versión 4 en el SIMO. En el acto de presentación sorteaban una licencia de CorelDraw 4. Crucé los dedos para ser el ganador del premio, y no debí hacer el cruce suficientemente bien, porque en el sorteo fui agraciado con Corel Gallery, una enorme colección de clip-art. No estuvo mal después de todo.
CorelDRAW, una larga historia de éxito
Las primeras versiones
Detrás de este programa está Corel, una compañía canadiense fundada en 1985 por Michael Cowpland. El nombre proviene de COwpland REsearch Labs. Cowpland fue presidente de Corel hasta el año 2000.
Imagen | Corel
En 1987, Corel contrató a los ingenieros de software Michel Bouillon y Pat Beirne para desarrollar un programa de ilustración vectorial, que junto a Ian Rae y Paul Bodnoff formaron el equipo que empezó a desarrollar el código, con el nombre en clave WALDO.
En enero de 1989 debutó CorelDraw con la versión 1.0. Aunque ahora, con la perspectiva de los años aquel programa pareciera un juguete, lo cierto es que supuso una auténtica revolución en el mundo del diseño gráfico para Windows, que por aquel entonces iba por la versión 2.0.
Algo más de un año después apareció una versión denominada 1.1 en la que se añadía soporte para un formato de archivo muy importante ya: el DXF de Autocad. CorelDraw 1.1 permitía importar y exportar ficheros DXF, pudiendo así trabajar con los diseños 2D y 3D de la popular herramienta de CAD.
CorelDraw 2 apareció en 1991, aportando soluciones nunca vistas hasta la fecha, como los efectos de mezcla, extrusión, perspectiva y envoltura. El salto respecto de la versión anterior fue muy importante, pero aún no se había producido la eclosión definitiva del producto.
Consolidación del programa
Llegamos a 1992, Windows 3.1 apareció en el mercado y CorelDraw 3 también. El binomio ya permitía trabajar de forma seria y ganarse la vida con ello. Con la versión 3 CorelDraw se convirtió en suite, al incorporar otro programa para manipular imágenes: Corel PHOTO-PAINT.
Corel PHOTO-PAINT era algo más que un Photoshop alternativo creado por Corel, ya que permitía convertir con calidad los dibujos vectoriales a mapas de bits. Aunque he conocido pocos profesionales que manejaran únicamente PHOTO-PAINT para el tratamiento de imágenes, la verdad es que los que dominaban el programa poco o nada tenían que envidiar a su gran rival.
Nunca manejé bien PHOTO-PAINT, estaba ya acostumbrado a trabajar con “el otro”, pero sí recuerdo que era más sencillo añadir una sombra con el producto de Corel. Lo normal era importar el dibujo en formato “cdr” con PHOTO-PAINT y exportar a “psd”. Mala práctica por mi parte que nunca he abandonado.
CorelDraw 4 supuso otra vuelta de tuerca con la caja de herramientas flotante que se podía ocultar (práctico con los monitores de la época) y algo muy importante: el trabajo con páginas, hasta 999 por documento.
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CorelDraw 5 incorporó el soporte para fuentes TrueType y Postscript, además de un sistema de manejo del color para poder calibrar monitor, impresora y escáner. Esta funcionalidad fue bienvenida porque era realmente frustrante ver lo poco que se parecía a veces lo que veías en pantalla y lo que salía por la impresora. Había que hacer muchas pruebas y la tinta era carísima.
Despegue definitivo
CorelDraw 6 se presentó en sociedad el mismo día que Microsoft lanzó Windows 95 y se acuñó el término plug and pray (que no play,). Esta versión del software fue la primera con soporte completo de 32 bit.
Cuando llegó CorelDraw 7 el programa se utilizaba para más cosas que el simple dibujo vectorial. La automatización de tareas mediante scripts y las ayudas para la edición de texto (diccionario de sinónimos y corrector ortográfico automático y gramatical), fueron bienvenidas y un gran acierto.
Llegamos al año de los “ochos”. La historia de CorelDraw va ligada al sistema operativo sobre el que funciona. Microsoft lanzó Windows 98 y Corel presentó la versión 8 del programa. Ambos fueron a mí entender dos productos de transición, situados en mitad de ninguna parte.
Windows 98 SE y CorelDraw Graphics Suite 9 formaron un buen tándem. Realmente el programa había alcanzado la categoría de suite, diez años después de aquella sencilla herramienta que servía para dibujar al señor de los bigotes.
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Después de CorelDraw 3, ésta es la versión más querida por mi parte y a la que más horas he dedicado. Por alguna extraña razón nunca me gustaron las versiones pares del programa. Nada científico y completamente subjetivo, simplemente manías.
El Siglo XXI
El nuevo milenio trajo consigo para la compañía canadiense el lanzamiento de versiones cada dos años, los pares. Así ha sido desde entonces hasta la fecha. No sé si será porque el número “13” no es comercial, o los canadienses son tan supersticiosos como los demás, pero cuando llegó al número fatal el producto introdujo la “X”, el número romano que simboliza el 10, en sus versiones. El que hubiera sido CorelDraw 13 pasó a denominarse CorelDRAW Graphics Suite X3.
Con CorelDraw 9 terminó mi vinculación al programa. Descargué por curiosidad hace tres años la versión trial de la X4 y me pareció majestuosa. Casi todo estaba donde siempre pero el programa se había convertido en un pequeño monstruo. Imagino el grado de dificultad que debe suponer para alguien que se inicia en el dibujo vectorial enfrentarse a los modernos CorelDraw X.
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Han sido casi 22 años y 16 versiones “y pico” (CorelDraw 1.1), de uno de los productos de software mejores y más completos con los que he trabajado. Recuerdo que la elección entre Corel, Freehand y Adobe Illustrator, fue consecuencia de una larga comparativa aparecida en una revista. Aunque reconozco que la Venus de Boticelli me gustaba más que el globo multicolor.
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