El lanzamiento de Dropbox en 2007 coincidió con la llegada del smartphone moderno, el contexto perfecto para que un servicio en la nube creciera. Lo hizo, porque pese a tener muchos competidores, que fueron cayendo en batalla, nadie entendió tan bien como en la compañía estadounidense que su servicio debía ser sencillo y directo para el usuario, pese a ofrecer solamente 2 GB en el plan gratuito.
Prácticamente cualquier persona podía y puede entender algo tan básico como la sincronización de la carpeta de Dropbox en escritorio, pese a los problemas corrientes que hay moviendo archivos en vez de copiándolos. Esa sencillez y sus potentes motores de indexación y sincronización, que en mi opinión siguen siendo los mejores del mercado, hicieron que Dropbox no solamente fuera amada por perfiles de todo tipo, sino que compañías como Apple quisieron comprarla, y al no hacerlo, nunca han podido igualar con iCloud su algoritmo y fiabilidad.
Sin embargo, alcanzada esa cima, Dropbox fue separándose cada vez más de lo que le había hecho única. Si bien se convirtió en el primer servicio en subir las fotos hechas con nuestros terminal a la nube, fue recargándose como servicio, tanto en su web, como en su aplicación. Y a ello hay que añadir las herramientas paralelas, como Dropbox Paper o la extinta Carousel.
Una aplicación que por defecto ya ni nos lleva al lugar de siempre
Todos estos cambios han ido haciendo que lo supuestamente que tenía que ser una aplicación pequeña y liviana, de un solo uso para muchos usuarios, que no era más que llevar todos los archivos contenidos en su carpeta siempre con nosotros, se haya convertido en un gigante que, si bien puede resultar muy útil, ha perdido la esencia.
El consumo de recursos, comparado con el servicio de hace años, es muy alto, pero dado que ahora tengo un equipo más potente que cuando empecé a usar Dropbox hace casi 13 años, realmente no lo noto demasiado. Lo más preocupante para mí es encontrarme con lo que implica la nueva aplicación tras meses en que no he necesitado instalarla.
Como decía, la aplicación de Dropbox tiene una misión muy simple, a priori, que es permitirme copiar y trasladar archivos de mi ordenador a la nube, y viceversa. De siempre, tanto en las aplicaciones de Windows como en las de macOS, al abrir el icono de la barra de menús podía acceder por defecto a la carpeta donde estaban mis archivos. Era lógico, pues el icono con el que se hacía tiene eso, forma de carpeta, tal y como las hemos entendido en informática.
Sin embargo, la nueva aplicación de Dropbox, sin haber cambiado ese icono, con la misma acción ahora abre una ventana de la aplicación de productividad, y no la carpeta de siempre. Así, para volver a contar con el acceso a carpeta a lo que un usuario espera al pulsar un icono de carpeta, ahora hay que entrar en preferencias y seleccionar la opción "Abrir carpetas en... -> Finder". Por defecto, ahora llega con "Aplicación de Dropbox para escritorio".
Ganar versatilidad y funciones sin abrumar a los usuarios que solo buscar la función básica, el gran reto
Que se abra dicha aplicación puede ser útil, pero que se haga con el icono de carpeta es, además, redundante, porque al pulsar el icono de Dropbox de la barra de menú ya se nos abre una vista parecida y moderna que recuerda a la aplicación. Tendría que haber un botón dedicado a ampliar dicha vista, desde mi humilde opinión.
Aprecio todos los intentos por crecer y hacerse más versátil de un servicio que podría caer en el olvido, dada la competencia con iCloud, Drive y OneDrive, de empresas mucho más poderosas y que promueven enormemente sus servicios. Sin embargo, a la vez que Dropbox ha ido creciendo, podría haberlo hecho sin cambiar el fondo y la sencillez que nos hizo amarla. No es tarea fácil, lo mismo ha ocurrido a aplicaciones como iTunes, que se acabaron convirtiendo en tan completas pero recargadas que en macOS Catalina Apple ha tenido que dividirla en varias partes.
De momento, Dropbox sigue haciendo todo lo que quiero, pero estoy comenzando a mirar otras opciones, porque pese a tener espacio de sobra con mis 23 GB del plan gratuito, me resulta incómoda la reciente restricción de los 3 dispositivos, cuando antes en el plan gratuito era una delicia tener la aplicación instalada y sincronizada en multitud de ordenadores y smartphones. Esa decisión fue más dolorosa, pero similar a la de decir adiós a las carpetas públicas en 2012. De ellas podíamos generar enlaces que llevaban directamente a la descarga, sin pasar por una web de intermediación. Eso no permitía que Dropbox se pusiera en valor de cara a los usuarios que descargaban archivos de dichos enlaces.
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