Software Propietario y Open Source, formas de cambiar el mundo

[[image: {"alt":"Juan Quijano","src":"dded0b\/aibeiaiaaabecl-c_ryy8ms9zgeic3zjyxjkx3bob3rvkihkngu3nzbhyjiwzjzimthiodbmmtriyzi2ogmxywmym2uwnziwn2rmmagqzjaxiwcgmlilgghbnqrif4tbfw","extension":"jpeg","layout":"small","align":"left","height":96,"width":96}]]Post invitado: Este artículo ha sido escrito por Juan Quijano, un apasionado por la informática desde finales de los 80 y especialista en tecnologías Microsoft. Actualmente forma parte del equipo de editores de Genbeta Dev, donde escribe sobre su pasión por el desarrollo.

Podéis leer la postura contraria redactada por Benjamí Villoslada bajo el título La ética del software libre.

De forma reiterativa, en los ambientes de informática se escuchan discusiones entre los talibanes del Software Libre y el resto de la industria de desarrollo.

Oímos los alegatos de Stallman y sus seguidores más radicales, en donde enarbolan espadas dialécticas para fulminar a los pecadores que no sigan sus enseñanzas, y en especial contra los demonios del Software Propietario. Lo cual no significa que no haya también fanboy’s de marcas como Apple, Microsoft u Oracle. Y que utilicen argumentaciones tristemente similares.

Es más, muchas veces este debate se convierte en algo vacuo y sin posibilidades de llegar a ningún buen puerto, ya que no está basado en el respeto al diferente, si no en el menosprecio del enemigo.

Pero hoy quiero compartir mi opinión desde el punto de vista de un desarrollador de aplicaciones de software.

¿Qué es Free Software?

Básicamente es la pataleta de Stallman, por allí por los años 80, cuando se encontró que no le permitían modificar el código de una impresora para hacerla funcionar bien.

Obviamente cualquier desarrollador sabe que tenía varias soluciones: modificar el driver del SO o hacer una capa intermedia con la impresora que corrigiera los errores. O cualquier usuario final hubiera llamado al servicio técnico de la impresora, o la hubiera sustituido por una que funcionará.

Pero Stallman, llego a la conclusión que allí lo que ocurría era una falta de libertad. Viniendo de una extraordinaria experiencia en los inicios de la Sociedad de la Información, en donde el código fluía libremente, y demostrando que el ego de un programador es algo inconmensurable, consideró que el software era un derecho al nivel de la libertad de expresión.

Y así se forjó la definición de Free Software como aquel que cumple las siguientes cuatro libertades:

1. La libertad de usar el programa, con cualquier propósito.

2. La libertad de estudiar cómo funciona el programa y modificarlo, adaptándolo a tus necesidades.

3. La libertad de distribuir copias del programa.

4. La libertad de mejorar el programa y hacer públicas esas mejoras a los demás.

Pero ¿cómo me gano la vida siendo programador de Software Libre? Pues no hay problema, porque puedes cobrar por las aplicaciones. Software Libre, no significa software gratis. Ni mucho menos.

Como muy bien se describe en Wikipedia:

El negocio detrás del software libre se caracteriza por la oferta de servicios adicionales al software como: la personalización y/o instalación del mismo, soporte técnico, donaciones, patrocinios o como un elemento de responsabilidad social corporativa.

Incongruencias del modelo

Aquí veo varios problemas que me hacen rechazar esta manera de entender el software.

El uso de la palabra libertad en este contexto me parece una banalización profunda de un concepto por el que generaciones han muerto y sacrificado. Es muy cuestionable utilizar algo tan serio como el significado de esta palabra, para argumentar un derecho que nunca ha existido.

Yo tengo el derecho de regalar lo que me dé la gana siempre que sea mío. Pero si el de al lado decide que lo suyo, aunque sea similar que lo mío, vale dinero y restringe el acceso a una compra ¿quién soy yo para arrogarme la potestad de juzgarlo y tacharlo de inmoral por ello?

Y ojo, no estamos hablando de necesidades fundamentales como el agua o el alimento, o un nivel por encima como la educación o la vivienda, o un nivel aún más por encima como el trabajo o la búsqueda de la felicidad. Estamos hablando de utilizar Word o LibreOffice. De IE o FireFox. De Linux u Apple.

Hablar de libertad es, en mi opinión, simplemente obsceno. Un término que solamente unos muy ricos habitantes del primer mundo podrían utilizar de esa forma. Pero, esta es una discusión semántica, de ideas y sensibilidades que no tiene sentido continuar en este artículo.

El programador es superfluo

Hay un dicho que dice “No hay nada más tonto incronguente que un obrero de derechas”. Esto lo podríamos cambiar y decir que no hay nada más incoherente que un programador que abrace Free Software.

El negocio detrás del software libre se caracteriza por la oferta de servicios adicionales al software.

Espera un momento. El trabajo de construcción, el trabajo intelectual, el difícil. En donde es crítico el equipo, el talento, el aprendizaje continuo, la búsqueda de la excelencia. El reto intelectual diario de construir soluciones mejores y por encima de la realidad… ese trabajo no es el que genera beneficio, sino todo lo demás.

¿Cómo siendo programador, puedo estar de acuerdo en que mi trabajo, el núcleo de todo este tinglado (incluso en el hardware), lo que nadie más que yo puedo hacer, será justamente lo que se trate como lo desechable?

Que yo DEBO cuidar de la libertad de todos los demás, menos la mía. La de poder hacer con mi código lo que me dé la gana y de obtener beneficio de el como mejor me convenga.

O, una trampa aún más retorcida, dejarme la piel para ser el mejor del equipo que hemos desarrollado una aplicación, con la esperanza en que una empresa me contrate, o aparezca un mecenas que me pague un sueldo. Pero, ¿y si soy del montón? ¿Y los que no somos brillantes y que somos los que más? ¿Y si la meritocracia desemboca en politiqueo, y no llega el mejor si no el que mejor se vende?

Otro camino, Open Source

Racionalizando las argumentaciones filosóficas de Stallman y el movimiento Free Software, yo tengo preferencia por el movimiento Open Source.

Es un movimiento mucho más pragmático que se basa en el concepto de que el acceso al código enriquece el conocimiento de la comunidad, pero con un par de matices que lo convierten en algo muy interesante sin eliminar el trabajo del desarrollador de la ecuación.

Para que una aplicación se considere de Código Abierto, debe poder ser modificada y redistribuida de forma gratuita y sin coste. Los desarrollos derivados del código deben mantener la licencia original.

Pero, aquí llegan los matices. Se debe mantener la integridad del código del autor. O sea puedo modificar el código por medio de actualizaciones o extensiones, para que no se pierda el material original.

Y, además la licencia de Open Source no puede limitar la licencia de otro software. Es decir, que mi aplicación de código Abierto no debe obligar a que el resto de aplicaciones lo sean.

A mi entender esto es un: vive, y deja vivir. Yo, como autor y pica código quiero compartir mi experiencia y conocimiento con la comunidad. Una comunidad que siempre ha sido extraordinariamente generosa con compartir el conocimiento. Pero reconozco que no soy quien para decirle a otro Autor cómo debe tratar su código.

¿No tiene mucho más sentido? De hecho, el paradigma del software libre, Linux, es actualmente mucho más Open Source que Free Software. Y es un modelo de tan sentido común, que las grandes corporaciones de desarrollo de software como Microsoft, o IBM o Sun (cuando era Sun), han abrazado y apoyado con firmeza, en la última década al menos.

Software Propietario

Desde el punto de vista empresarial, desde los inicios del software, la manera más eficiente para obtener rendimientos económicos de las aplicaciones que desarrollo es por medio del licenciamiento. Es decir, cobrarle al usuario por que adquirir mi software. Impidiendo que pueda acceder al código fuente, modificarlo, distribuirlo, copiarlo, y un largo etc.

Este es un paradigma empresarial que funciona muy bien. De hecho gracias a este paradigma nuestra sociedad y civilización está en plena revolución de la Información. Ya que el volumen de beneficios ha permitido a las grandes compañías invertir ingentes cantidades de dinero, de personas y de recursos en I+D+I.

Dentro del Software Propietario también hay que englobar al freeware, que son programas totalmente gratuitos y libres en su copia y distribución, al shareware que utiliza la técnica de pruebe y si le gusta cómprelo y a muchas otras formas de promoción y distribución que, demasiada gente piensa que nacieron con el Software Libre cuando no es así.

Además, al conformarse como una actividad laboral, el abanico de programador que puede integrarse en una empresa dedicada al Software Propietario es muy amplio. No debes ser un crack, ni un talento del desarrollo, ni tener qué enseñar o tan siquiera, que el picar código sea tu forma de vida. Permite a personas normales que no sueñar en binario a vivir de su trabajo. Incluso aunque no sea lo que más le guste en la vida.

Y los grandes talentos, bueno fuera de nuestro país, pueden vivir más que dignamente. No solamente del reconocimiento de la comunidad, si no del sueldo que cualquier empresa inteligente le ofrece a un valor, y que obtiene de los beneficios del Software Propietario que construye.

Conclusiones

No estoy de acuerdo con la filosofía de Free Software porque sus argumentos, a mi parecer, nos convierten a los desarrolladores en la parte despreciable de la ecuación. Dándole todo el valor a los servicios añadidos, como si el software se hiciera solo. Además de arrogarse la prepotente capacidad de enjuiciar la moral de los demás y de entrar en una confrontación bipolar “o conmigo o contra mi”.

Estoy plenamente de acuerdo y practico la filosofía “Open Source”, al igual que muchas compañías desarrolladores de Software Propietario, y la inmensa mayoría de las consultoras de España. El realizar ofertas de manera continuada me lleva a poder afirmar que son raros los casos en que un desarrollo no implique la entrega del código fuente y la total libertad de su uso por parte del cliente.

También creo que el Software con Propietario ha demostrado que permite llegar más allá de lo que permite otros modelos de negocio. Siendo este tipo de aplicaciones el origen de nuestra actual Sociedad de la Información, salvo muchas y honrosas excepciones.

Pero sobre todo creo que se debe eliminar de los debates el menosprecio al contrario y partir de la base que cualquier software, sea cual sea su licencia, es una actividad extraordinariamente compleja que tiene un valor intrínseco que hay que respetar y elogiar.

En Genbeta | La ética del software libre por Benjamí Villoslada

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