Mediodía de una mañana tan brillante como fría en Madrid. Estoy aterrizando en el espacio de coworking en donde tiene situadas sus oficinas y aulas Adalab. Y me reciben sonrientes los tres socios: Inés, Rosario e Israel.
Se nota que no les va nada mal. La oficina es espaciosa, conformada como un dúplex. Y el aula que se vislumbra al final del pasillo en el piso superior, es amplia como para impartir clases a más de 30 personas a la vez.
Durante la entrevista, lo que más ha habido son sonrisas, y un derroche de inteligencia y sentido común. Aunque aparentan juventud, sin duda estas tres personas saben lo que hacen y transmiten muy bien sus pensamientos.
Y así, en unos chillones sillones naranja, empezamos un intenso diálogo que superaría la hora y media de duración.
Veo que en la web que vuestra formación está dirigida a féminas ¿Cómo surgió la idea de una formación solo para mujeres?
La idea de Adalab viene de que trabajamos en cooperación internacional, en proyectos de formación e inserción laboral principalmente en América latina y Asia. Y volvimos a España a finales del 2015.
Nosotras siempre habíamos hablado de la posibilidad de montar una empresa social, y nos pusimos a buscar ideas que pudiesen funcionar; que se centrasen en facilitar posibilidades de inserción a personas que no tienen una inserción laboral de calidad pero de una forma sostenible.
Empezamos a ver cosas que funcionan en otros países, como los bootcamps de programación e intentamos ver si en España funcionarían. Y efectivamente, la realidad era que hay muchísimo desempleo, y al mismo tiempo a las empresas les cuesta cubrir ciertos perfiles digitales y tecnológicos.
Entonces dijimos que tiene todo el sentido del mundo hacer este tipo de proyecto en España. Ya que estábamos buscando una formación de la que hubiese una demanda creciente de puestos de trabajo y que, en relativamente poco tiempo, las estudiantes pudiesen empezar a trabajar y generar ingresos mientras se siguen formando.
Nuestra motivación inicial fue buscar un proyecto que ayudase a reducir el desempleo. Cuando nos enteramos y vimos que en este sector existe un porcentaje muy pequeño de representación de mujeres - aparte que de aquí al futuro van a crecer muchísimo todos estos puestos - y las mujeres se están quedando fuera, nos pareció mucho mejor incorporar que solo fuesen mujeres para conseguir una representación mejor.
¿Cuáles serían los objetivos que perseguís con este programa de formación?
Tenemos un triple objetivo: Reducir el desempleo apostando por una formación intensiva de calidad, que permite una inserción laboral de calidad en un sector con futuro. A la vez, contribuir a reducir la brecha de género en este sector. Y por último conseguir que nuestro programa sea accesible para cualquier mujer, independientemente de su poder adquisitivo.
Por eso nos centramos en formación en front end porque hay mucha demanda, y nos centramos en mujeres para atraer a más mujeres a una profesión con buenas oportunidades de crecimiento. Y encima orientado a mujeres desempleadas o con trabajos precarios, porque queremos reducir el desempleo.
¿Por qué escoger el sector informático para vuestros cursos, y por qué el desarrollo “front end” específicamente?
Hemos utilizado una metodología Lean Startup para poner en marcha la iniciativa, y lo primero que hicimos fue hablar con empresas, preguntarles que perfiles estaban demandando, y entre ellos estaba el de programador front end; que, además veíamos que era más fácil de asimilar para perfiles no técnicos.
Vimos un nicho que está creciendo mucho, que es un perfil especializado y que podía tener demanda.
Para alguien que ya peina canas, es un poco frustrante el ver que tenéis una limitación de acceso, hasta los 39 años.
En el primer piloto no teníamos edad y en el segundo tampoco. Lo hicieron mujeres mayores de 39 y no hicimos distinción. Pero hemos detectado que, a partir de 35 años, está el mayor porcentaje de mujeres que no acaban el curso con éxito. Y las que terminaban tenían más dificultades para insertarse laboralmente en el modelo de inserción que nosotras barajamos, que es un perfil junior con un contrato laboral en prácticas.
Si que nos hemos planteado, porque existe esa necesidad, llegar a mujeres desempleadas de más edad, ya que suele ser más difícil para ellas encontrar un empleo de calidad. Tenemos en mente diseñar un programa adaptado a sus necesidades
Partiendo de la base que para vosotros lo importante es conocer JavaScript. ¿Cuáles son las razones que os han llevado a impartir React y no Angular?
En el primer curso de “front end” no veíamos ningún framework, o librería. En el segundo lo metimos justo después de la formación como un complemento. Y decidimos que fuese React porque, al final, creemos que no es tan importante el uno o el otro, sino que se enfrenten a esa manera de estructurar las cosas.
De hecho, en las alumnas de la segunda promoción que están ya trabajando, hay algunas que están haciendo React, otras Angular y otras están haciendo otra cosa diferente. Entonces creemos que es un poco lo de menos.
Inés, Rosario e Israel son los socios, pero con Álex y Carlos, conforman el "core" de Adalab
El caso de React, pues también detectamos, sobre todo viendo ofertas de trabajo de empresas, que hay una demanda creciente en ese framework. En cuanto a Angular, vimos que cambia el lenguaje, cambian muchas cosas y, ya que estábamos enseñando JavaScript, tendríamos que enseñar otro lenguaje distinto para el framework. Entonces Angular no era el mejor encaje para un curso tan corto como el que tenemos.
Nosotros siempre nos enfocamos a las necesidades que tiene el mercado laboral, para garantizar la inserción laboral de las alumnas. Que salgan con un perfil que sean empleables, y en puestos de calidad.
Por eso nuestro temario es abierto y va evolucionando con el mercado. Cuando las alumnas empiezan a trabajar, se hace seguimiento de las empresas y les preguntamos que saben, que necesitan reformar, que les gustaría que supiesen, y en base a todas las contestaciones vamos adaptando el temario.
Sin duda el proyecto está teniendo muy buena acogida porque estáis multiplicando el número de mujeres en cada promoción. ¿Hay tantas candidatas como para tener que escoger a la gente? ¿Cómo lo hacéis?
Si, escogemos. Por ejemplo, en la última promoción se apuntaron 150 candidatas y aceptamos a 32. Y de hecho queremos que crezca este ratio. Necesitamos que se apunten más gente para poder elegir mejor.
Lo más importante para nosotras no es nada técnico, sino la motivación de las personas. El proceso de selección es largo, requiere invertir horas y eso, ya de por sí, significa que las personas que lo completan están muy interesadas en hacer este curso.
Primero, hacen unos tutoriales como si fuesen las primeras lecciones de programación. Que les permite, por un lado, saber si les interesa la programación -porque muchas no han tenido contacto con la programación- y, por otro lado, hacemos unas preguntas al final de los tutoriales para ver si están entendiendo lo que se supone que deben entender.
También se les hace una prueba de inglés medio, para ver que pueden leer y entender un texto técnico, y que pueden contestar preguntas sobre ese texto. Y después, en esta promoción, hemos incorporado unos psicotécnicos sobre razonamiento lógico, matemático, lingüístico y concentración.
Finalmente hay una entrevista personal de una hora, en la que lo que interesa básicamente, es su nivel de compromiso, de responsabilidad, qué cosas han hecho en el pasado que demuestre corresponsabilidad, iniciativa y demás, y entender porqué quieren hacer este curso.
Porque el curso es super demandante, y queremos garantizar que las personas que entran están dispuestas a hacer el esfuerzo que requiere conseguir un trabajo como programadora en tan solo 4 meses.
¿La formación la habéis diseñado entre los tres?
Si, a ver, la formación ahora son seis horas presenciales, de las cuales cuatro horas son formación técnica y en las otras dos horas están las otras actividades, en las cuales está el desarrollo profesional. Que damos desde comunicación en público, trabajo en equipo, herramientas para la empleabilidad o inglés.
Sin las mentores y voluntarios, no haríamos ni el 50% de las actividades.
Y luego, también cuidamos mucho en Adalab la metodología docente. No queríamos hacer un programa de: me siento cuatro horas con un señor soltándome una chapa de clase magistral, porque así no se consigue, en cuatro meses, la capacidad para trabajar. Nuestra metodología está orientada 100% a la realidad laboral.
Ahora mismo son cuatro meses, que están divididos en cinco sprint de tres semanas, trabajando en objetivos de aprendizaje individuales y proyectos grupales distintos en cada uno. Utilizamos algunos artefactos de Scrum, pero no con un fin de desarrollar un proyecto en esa metodología, sino con el de aprender.
Son cuatro bloques en el que en el primero vemos temas de maquetación en general, html, css, less, y todo lo que tiene que ver con la parte de maquetación. En el segundo empezamos con JavaScript. Las bases de un lenguaje de programación, el DOM y cómo utilizarlo en una Web. En el tercero, aspectos avanzados de maquetación como SASS, automatización de tareas con Gulp, Css Grid, y temas más avanzados de JavaScript. Y en el último vemos React.
Luego queda un quinto en el que ellas desarrollan un proyecto en colaboración con una empresa.
¿Cuántas mujeres de vuestras formaciones consigue incorporarse, finalmente, al mercado laboral?
Ahora mismo, de todas las personas que terminan el curso de AdaLab, el 81% está trabajando.
¿Hay alguien más haciendo algo similar?
En España, que nosotros conozcamos, no. Si que hay muchos meetup, grupos de mujeres, asociaciones que fomentan el reducir la brecha de género o hay algunas asociaciones que hacen charlas en colegios.
Pero centradas en formación e inserción laboral en programación para mujeres, no; que nosotros conozcamos. Fuera de España sí. En los Estado Unidos, por ejemplo, sí que hay bastantes organizaciones similares, y también en Latinoamérica.
Está claro que vuestro proyecto proviene y está empapado en una perspectiva solidaría, pero ¿cuál es vuestro modelo de viabilidad?
Legalmente, somos una asociación sin ánimo de lucro. Pero nosotros, cuando creamos Adalab, teníamos vocación de emprendimiento social. Lo que pasa es que en España las empresas sociales no existen como tal y tuvimos que buscar la forma jurídica que más se adaptaba a lo que queríamos hacer.
Nosotros damos formación, y queremos que esta sea accesible a todo el mundo. Son cuatro meses intensivos, durante los cuales las alumnas pagan una cuota de compromiso de 50 euros al mes. Y solo las que consiguen trabajo, cuando lo consiguen, pagan cuotas retroactivas durante seis meses.
Por otra parte, las empresas que contratan a la alumna también pagan una cuota. Y el porcentaje más alto, a día de hoy, viene de donaciones de fundaciones que quieran apoyar nuestra misión.
¿Habéis recibido alguna ayuda estatal para la creación o sostén de Adalab?
Si, la difusión la hemos hecho a través del Instituto de la Juventud y del Instituto de la Mujer. Pero ahora tenemos dificultades para seguir haciéndola porque solo quieren hacer difusión de cursos que son gratuitos. Entonces, al tener un modelo que es al 50% subvencionado y las alumnas solo pagan otra parte cuando empiezan a generar ingresos, pues claro, estos modelos más innovadores y que buscan cierta sostenibilidad, a la administración le cuesta más entenderlo.
No hemos solicitado ayuda estatal. Empezamos con premios de emprendimiento, luego con fundaciones, y hemos ido encontrando los caminos para seguir creciendo. Nos gustaría encontrar financiadores que se adapten un poco a nuestra visión y enteindan nuestro modelo de sostenibilidad.
El problema de los fondos públicos es que vienen con requisitos. Y tienes que adaptar tus proyectos a los requisitos de los financiadores. Y no necesariamente es lo que más le conviene al proyecto. Por eso nosotros queremos ser independientes y decidir en cada momento lo que creemos que es mejor para nuestras alumnas. No estar pendiente de, si no hago esto no me van a dar esta financiación.
¿Tenéis pensado hacer actuaciones mixtas para hacer visible a los hombres los problemas de las mujeres en entornos laborales y educativos tecnológicos, que han hecho que abandonen la industria desde los años 80 del siglo pasado?
Ahora mismo Adalab está muy centrado en formación. Nosotros, a día de hoy, no nos consideramos expertos en esta materia, o sea no tenemos desarrollado unos conocimientos para ilustrar a otros sobre cómo atraer a más mujeres, o como hacerlo mejor. Nosotros, creo que estamos aprendiendo muchas cosas en nuestro desarrollo pero, a día de hoy, en lo que estamos centrados en formación e inserción, de manera inclusiva, para que todas las mujeres se puedan apuntar, involucrando a toda la comunidad de programación. Y eso sí que lo sabemos hacer.
Nuestros voluntarios son tanto hombres como mujeres y, sin el apoyo de ellos, la mitad de las cosas que hacemos
Impulsamos a mujeres jóvenes con dificultades de empleabilidad, para que se conviertan en profesionales líderes del mundo digital.
en Adalab no serían posibles. Estos voluntarios se acercan a nosotros porque quieren aportar a construir un proyecto que apuesta por la diversidad. Entonces allí es dónde creemos que estamos haciendo ese mix a la hora de involucrar a toda la comunidad.
Pero sí, nos gustaría, en la medida que podamos crecer en equipo, invertir más en esto; sacar más partido de nuestra comunidad de voluntarios; y divulgar la misión de que haya más mujeres.
A día de hoy, no lo podemos hacer porque no lo podemos abarcar todo. Pero si es algo que tenemos en mente el crear, a lo mejor, un evento anual nuestro sobre esta temática para hombres y para mujeres.
Miremos hacia adelante, buscando con la vista un horizonte. ¿Cuál son vuestros planes de futuro?
Siempre que hablamos del crecimiento de AdaLab lo vemos de dos formas. Uno, es llegar a más mujeres. O sea, poder hacer más programas; y que más mujeres se apunten y puedan acceder a nuestra formación; y que se puedan insertar y ofrecer más talento a las empresas. Y por otro lado ofrecer perfiles diferentes, no solamente centrarnos en Front, sino evaluar otros perfiles.
Nosotros queremos un crecimiento que nos permita tener la calidad suficiente en cada una de las cosas que hacemos.
No es una cosa de: quiero estar en el mundo de entero. Si logramos conseguir la calidad en la formación que se necesita, en cada uno de los cursos, pues a seguir creciendo. Pero si crecer significa hacer las cosas con menor calidad o llegar menos a las personas, entonces no vamos a pasar por allí. Por ejemplo, nos ofrecieron irnos a otra ciudad el año pasado, y dijimos que todavía no estábamos listos.
Y también tenemos visión de mejorar nuestra comunidad. Empezar a hacer más eventos para promover que haya más mujeres en programación, y divulgar más nuestra misión.
Tenemos un programa de mentoring, que es solo para mujeres. Cada alumna tiene una mentora programadora con años de experiencia que le ayuda en su desarrollo profesional. Lo que queremos es que después nuestras alumnas sean mentoras de las siguientes y sean un referente para ellas.
Queremos que nuestras alumnas sean como “role models” para otras generaciones, intentando crear esos referentes.
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