España es un curioso país de fuertes contrastes, en donde el dicho “Spain is different” se conjuga con el de “Que inventen los demás” y que, como clama Pérez Reverte, está lleno de listos, listillos y demás fauna de bienvivir.
Solo en un país como el nuestro, excesivo en todo lo que sea la cultura del pelotazo, puede existir un número tan elevado de empresas que dedican la totalidad o gran parte de su plantilla a servicios de trabajo temporal.
Las llamadas “cárnicas”; esas que se autodenominan: Consultoras de servicios informáticos.
En esta segunda parte quiero echar una mirada crítica en profundidad a dichas consultoras, a su forma de hacer las cosas y a clarificar porque no son empresas de desarrollo de software.
Las consultoras, el negocio está en los traseros para calentar sillas
El desarrollo de software, de forma equivocada, siempre se intenta asemejar al trabajo de una ingeniería o arquitectura. Sin embargo yo soy de la teoría o costumbre, de asemejarlo al trabajo de un médico; obviando que el 99% de nosotros no salvamos vidas.
Así a nadie se le ocurriría pedirle a un médico que le haga una estimación exacta de que en qué momento en los próximos 6 meses, en una dolencia larga, la pastilla verde va a hacer efecto, o que se comprometa a ajustar la temperatura del cuerpo del enfermo a una medida exacta el jueves 6 de abril del 2015, por medio de un diagrama de Gantt predictivo.
Pues eso, buscando una equívoca sensación de control, es lo que los clientes obligan a las compañías de software a realizar en cada oferta. Y por supuesto, si tenemos una “cárnica” que a lo que se dedica es a vender traseros para cobrar por calentar sillas, resulta obvio que va a ajustar la estimación - y el Gantt apropiado - al coste que se debe obtener para que sea rentable el proyecto: sea una joya o una basura.
El mantra principal y por el que se rigen estas empresas es por el margen de beneficio. Los profesionales no son personas, son recursos a la misma altura que una impresora. Y los clientes son sacos de dinero a los que hay que “venderles” los servicios, de forma que paguen mucho más por recursos con el menor coste obtenible.
El trabajo en sí, la satisfacción de los trabajadores y del cliente, el prestigio, todo eso no vale nada antes la fría excel que indica cuanto beneficio obtiene de cada “recurso”. Y todo el esfuerzo y filosofía empresarial es guiado únicamente por el kpi del margen obtenido.
Pero los clientes, grandes desconocedores de lo que significa el desarrollo y que solo ven a un grupo de informáticos “raritos” picando teclas, aprietan a la baja en las tarifas y se quieren asegurar (desde su desconocimiento) los recursos que consideran apropiados para el “pastizal” que sueltan.
A lo cual las consultoras se han inventado, posiblemente, la división más absurda que se haya visto en una profesión. Y aquí un ejemplo:
- Junior: menos de un año de experiencia.
- Programador: entre uno y tres años de experiencia.
- Analista Programador: entre tres y seis años de experiencia.
- Analista Funcional: más de seis años de experiencia.
- Jefe de Proyecto: líder técnico que sería un analista con capacidad de gestionar proyectos.
Cualquier programador entiende que esta clasificación es absurda, porque una persona con dos años puede ser mucho más productiva de lo que será nunca una con 10 años de experiencia; sin entrar en las tremendas diferencias entre tecnologías; o que alguien con 10 años, en un lenguaje que no conoce es mucho menos productivo que otro que lleve 3 pero en esa tecnología.
Pero ¿para qué se ha inventado estas categorías absurdas? Pues creo que para poder catalogar los profesionales por tarifas, que no valía, y poder saber cuánto margen se le puede sacar a cada trasero que se manda a un cliente a calentar la silla.
Para negociar con el cliente no sobre el resultado del trabajo, si no sobre el tiempo que va a consumir de los “recursos” de la empresa.
Es de locos, ¿no?
Colocar al junior como un AP
Pero hay más, si en estos tiempos los clientes aprietan en las tarifas (todos pagan un sobrecoste del 30% mensual a una compañía que no hace nada), la única salida que puede tener una “cárnica” es mentir como una bellaca.
Y así todos conocemos junior vendidos como especialistas, que manden a los “recursos” a desarrollar en una tecnología que desconocen, o que coloquen a un auténtico sociópata en el cliente, porque es el único que se ajusta a la “tarifa”.
Además esto tiene un lado perverso que está incentivando esta crisis económica de tan largo recorrido que se vislumbra. El que los sueldos se han congelado y que soportan una gran presión hacia la baja… con el único motivo de mantener los márgenes de beneficio, no para mantener los puestos de trabajo.
Y para ello, y fomentado aún más por la reforma laboral del gobierno, la tendencia de estas cárnicas es funcionar en formato despido libre, utilizando los contratos por obra y servicio de forma fraudulenta, y echando a la calle a la gente por criterios únicamente económicos, olvidando las lecciones aprendidas sobre la construcción de una empresa con una visión a medio o largo plazo.
Ocurriendo todo esto de las sub contratación y la cesión ilegal de trabajadores, bajo la absoluta pasividad de todos los actores de la industria, y de los estamentos públicos que deberían responsabilizar que esto no ocurriera, y que no se viole la ley.
Un negocio muy lucrativo
Eso sí, a costa del bolsillo del cliente, las “cárnicas” son un negocio redondo y muy rentable. Los “recursos” se pagan a sí mismos, y generan beneficios cada hora que estén “colocados”. Mientras la empresa solo se dedica a buscar más negocio, sin aportar valor ni a sus clientes, ni a la sociedad, ni a nadie, y afronta con tranquilidad los altísimos costes de gerencia, dirección y los beneficios de los accionistas.
Pero eso es otra historia, de la cual hablaré en el próximo capítulo…
En GenbetaDev | El pernicioso circulo vicioso de las "cárnicas"
Ver todos los comentarios en https://www.genbeta.com
VER 0 Comentario