El soporte oficial para almacenamiento SSD (al margen de adaptadores de terceros), junto con el avance hacia la compatibilidad con PCIe 3.0, sitúa a la Raspberry Pi 5 en una posición destacada dentro del mercado de los SBC
La llegada del soporte SSD para la Raspberry Pi 5 marca un hito importante en la evolución de este popular SBC (siglas en inglés de 'ordenador de placa única'), que con cada nueva versión se acerca más a las capacidades de un mini PC convencional.
Desde su lanzamiento, las Raspberry Pi han tenido una gran acogida entre desarrolladores, educadores y 'geeks' en general. Con esta última actualización que permite el uso de SSD de alta velocidad, la Raspberry Pi 5 se consolida como una opción versátil que trasciende los límites de los proyectos educativos, abriendo la puerta a usos más exigentes, como la multimedia o el gaming básico.
Para quienes buscan mejorar el rendimiento de sus Raspberry Pi 5, especialmente en aplicaciones que requieren acceso frecuente a datos, como el desarrollo de software, el gaming o la creación de servidores locales, la inversión en una SSD oficial representa un salto notable en velocidad y estabilidad.
Un cambio revolucionario en almacenamiento y rendimiento
Hasta la llegada de la Raspberry Pi 5, su opción de almacenamiento predominante eran las tarjetas microSD que, aunque económicas, limitaban el rendimiento y la velocidad de respuesta de estos miniordenadores. Las SSD, que ya eran compatibles de forma indirecta mediante adaptadores no oficiales, son ahora una alternativa con soporte de la Fundación Raspberry, una alternativa significativamente más rápida y estable.
Las nuevas SSD, que vienen en versiones de 256 GB y 512 GB, no solo aumentan el rendimiento, sino que permiten aprovechar mejor el chipset Broadcom BCM2712 y la interfaz PCIe 2.0 x1 de la Raspberry Pi 5. Además, muchos usuarios han descubierto que, mediante un ajuste en el archivo de configuración, es posible activar la compatibilidad con PCIe 3.0, lo que permite transferencias aún más rápidas.
Además, los precios de lanzamiento resultan bastante competitivos en el mercado de miniordenadores: 35 dólares para la SSD de 256 GB y 45 dólares para la de 512 GB, con un precio adicional si se adquiere el kit completo con el adaptador HAT+.
Este adaptador, que se coloca sobre la placa base, elimina la necesidad de adaptadores externos complicados, permitiendo una instalación rápida y sin necesidad de conocimientos avanzados en hardware.
La Raspberry Pi 5 y su incursión en el gaming básico
La mejora en el rendimiento de la Raspberry Pi 5 con las SSD oficiales también le ha permitido acercarse al mundo del gaming, específicamente en el ámbito de los juegos retro y la emulación. Aunque, obviamente, este dispositivo no está diseñado para ejecutar títulos AAA de última generación, el incremento en la velocidad de lectura y escritura que aportan las SSD permite disfrutar de juegos retro y emuladores en condiciones mucho más óptimas.
En resumen, la reducción de los tiempos de carga y la estabilidad mejorada lo convierten en una opción interesante para quienes buscan una máquina compacta y asequible para el entretenimiento digital.
Imagen | Raspberry Pi Foundation
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