Como si de una película de espías se tratase, la historia de Edward Snowden y sus filtraciones no ha dejado de sorprendernos en los ya más de dos meses que lleva protagonizando titulares en los periódicos. Sin embargo, en las últimas horas han sucedido dos hechos que posiblemente influirán, y mucho, en cómo nos llegarán de ahora en adelante las informaciones top-secret que el antiguo colaborador de la CIA ha entregado a los periodistas.
En primer lugar, el editor de The Guardian ha reconocido en un artículo que las autoridades de Reino Unido llegaron a amenazarles con procesos legales hace cosa ya de un mes. Querían que el periódico destruyera inmediatamente toda la información que Snowden les había entregado. "Ya os habéis divertido. Ahora queremos la información de vuelta". O eso o destruirla por completo. Y eso hicieron.
Según relata The Guardian, dos agentes de la GCHQ supervisaron la destrucción de los discos duros donde se albergaba la información. Sin embargo, para el popular medio se trató de un "insignificante trozo de simbolismo" que no tiene sentido en la era digital en la que nos encontramos. "Seguiremos publicando sobre los documentos de Snowden, sólo que no lo haremos desde Londres". Si las autoridades británicas pensaban que aquella era la única copia, obviamente estaban equivocados.
Sospechoso terrorista por colaborar en las filtraciones
Ya hemos hablado de la primera acción cuestionable de las autoridades británicas. Más reciente es aún la segunda. David Miranda, pareja y ayudante de Glenn Greenwald (el periodista de The Guardian al que Snowden entregó material clasificado) fue retenido en el auropuerto de Heathrow durante casi nueve horas el pasado domingo. ¿Su delito? Ser sospechoso de terrorismo. Como consecuencia, y según la ley inglesa vigente, podían mantenerle allí hasta nueve horas sin abogado presente para interrogarle.
Según el Reino Unido, algo menos de 3 personas cada 10.000 pasajeros son retenidos bajo esta misma ley cuando cruzan la frontera británica. Casualmente, Miranda no llegó a cruzarla ya que tan sólo se encontraba en el aeropuerto haciendo transbordo a un avión que viajaba hacia Brasil (donde supuestamente iba a recoger documentos relacionados con el caso Snowden para entregarle a Glenn Greenwald).
Pero no sólo le interrogaron: bajo esta misma ley, las autoridades pueden confiscar los bienes electrónicos de los sospechosos. Miranda tuvo que entregar su portátil, su teléfono móvil, DVDs, USBs y otro material informático que llevaba consigo en ese momento. Greenwald denuncia que en ningún momento se los devolvieron y, es más, tampoco le aseguraron que fueran a hacerlo en un futuro.
El periodista también acusa a las autoridades de querer intimidarle, atacando para ello a uno de sus seres queridos y utilizando las leyes según su conveniencia. Sin embargo, asegura que esto ha tenido el efecto contrario al que deseaban. Greenwald sigue trabajando en nuevas historias y asegura que tanto Reino Unido como Estados Unidos pronto comprobarán el resultado.
En Genbeta | Cobertura especial del caso Snowden
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