¿Cómo definiremos, tecnológicamente hablando, este decenio (no entremos en el debate de década sí o no) dentro de unos años? ¿Será quizá el de la inteligencia artificial, el de Android, el del fin de la privacidad, o el del triunfo del software libre?
Muchas épocas se definen no por aquello que triunfa en ellas, sino por lo que muere. Y nosotros hemos visto morir muchas tendencias tecnológicas y plataformas online en estos 10 años. Veamos algunas de ellas, sin ningún orden en particular:
[La burbuja de] los influencers
Sí, puede parecer arriesgado empezar afirmando que este decenio ha visto morir (y, prácticamente, nacer) a los 'influencers'. Al fin y al cabo, los sigue habiendo debajo de las piedras. Pero ése es precisamente el problema: cuando todos somos influencers, nadie lo es.
Hace unos meses la instagramer Arii sirvió de ejemplo de este fin de era: la joven, con una comunidad de 2,6 millones de seguidores a sus espaldas, sólo necesitaba que 36 de ellos (el 0,001% del total) reservaran una de las sudaderas que había diseñado para poder lanzar al mercado su nueva colección de ropa. No fue capaz.
También quedó atrás la época en que los tuiteros hacían gala de sus buenas cifras en plataformas como Favstar o Klout, servicios que 'acreditaban' la relevancia de tanto aspirante a 'gurú' de los primeros tiempos de Twitter. Ambos servicios duraron 10 años online, y ninguno de los dos existe ya (2009-2019 y 2008-2018, respectivamente).
Google Reader
Posiblemente, el producto de Google que los usuarios más echaron (y siguen echando) de menos cuando la compañía anunció su final en 2013 para "cambiar el modo en que leemos las noticias". WTF. Muchos descubrimos la potencia de la tecnología RSS y aún no le hemos encontrado sustituto, por bien que algunos servicios como Feedly aprovecharan la muerte para hacerse un hueco.
Para muchos, la muerte de Google Reader fue también la muerte de RSS como tecnología informativa dirigida al gran público (aunque algunos todavía confiemos en su potencial para plantarle cara al algoritmo). Requiescat in pace.
Vine
La historia de Vine, la app móvil para crear (y compartir en Twitter) vídeos breves no puede calificarse de fracaso: tuvo bastante éxito, y situó este formato multimedia (y a su hermano pequeño, el GIF) en el centro del huracán de las redes sociales.
Pero, tras su adquisición por parte de Twitter, este nuevo propietario no supo muy bien cómo monetizar el servicio. De modo que, una vez que Instagram 'le comió la tostada' integrando la publicación de videos, quedó claro que su hora había llegado: Twitter lo cerró en 2016.
Las redes sociales de Google
Facebook vio las orejas al lobo cuando el auge de Facebook amenazó su cuota cuasi monopolítica de la tarta publicitaria. De modo que en 2011 decidió lanzar Google+, su propia red social, que promocionó haciendo que toda nueva cuenta Google contase automáticamente con perfil en la misma.
Se las prometían muy felices en Mountain View, confiando en que esta jugada -sumada a su papel de intermediario entre millones de usuarios y la información de Internet- les llevaría a ser líderes también en el campo de las redes sociales.
Pero el público vio que G+ no aportaba nada que no ofreciese ya Facebook, y la red fue languidenciendo lenta e inexorablemente hasta su definitiva muerte en 2019. Antes de eso, también había echado en cierre en 2013 Google Buzz, un extraño intento de dotar a GMail de su propia red social. O algo así.
Los 'messenger'
Hoy en día, si alguien habla de 'Messenger', todos sabemos que se refie a la app homónima de mensajería de Facebook. Pero hubo un tiempo en el que había que precisar a qué plataforma nos referíamos al mencionar tal apellido, pues había varias aplicaciones enormemente populares que hacían uso del mismo.
¿Recordáis al MSN Messenger? Murió en marzo de 2013 (aunque es cierto que empezó la década ya en coma irreversible). ¿Y al AIM, o AOL Instant Messenger? Murió en diciembre de 2017. ¿Y qué decir de Yahoo! Messenger, muerto en julio de 2018?
La interfaz Metro de Windows
Microsoft, anticipando una era de adopción masiva de las tablets, quiso 'matar' el concepto clásico de escritorio con el fin de unificar aspecto y funcionamiento de las aplicaciones Windows tanto en dispositivos móviles como en PCs. El resultado fue la denostada interfaz Metro de Windows 8, lanzada en 2011.
Rápidamente salió a la calle un Windows 8.1 que facilitaba el retorno al modelo de menú de inicio vigente desde Windows 95. Con Windows 10, Microsoft terminó de desandar el camino recorrido, al tiempo de certificaba el error de su planteamiento de convergencia de plataformas.
La neutralidad de la Red
Lo que subyace bajo el concepto de "neutralidad de la Red" es la idea de que todo el tráfico en Internet debe ser tratado por igual, sin que criterios económicos ni de ninguna otra clase puedan prevalecer para justificar que los proveedores de acceso favorezcan determinados servicios o actividades.
Los ciberactivistas se lanzaron en su defensa durante años, pero tras su muerte legal en EE.UU. en 2018, cada vez se oye reinvidicar menos el concepto. Si sumamos a el actual proceso de fragmentación y de intervencionismo gubernamental en la Red (pensemos en casos como los de Rusia y China), mucho nos tememos que lo que ha muerto ha sido la era de la Internet ingenuamente anárquica en la que muchos nos criamos.
Imagen | Plowboylifestyle (vía Wikipedia)
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