OpenAI ha revolucionado el mercado tecnológico en este último medio año y, gracias a su ChatGPT, se ha convertido en el buque insignia de la industria de la inteligencia artificial. El viento sopla a su favor y la suerte les sonríe, en apariencia…
…pero, según ha publicado el medio estadounidense The Information, la compañía también ha presenciado cómo el año pasado se duplicaban sus pérdidas hasta los 540 millones de dólares. Los ingresos a lo largo de todo el año fueron de sólo 28 millones de dólares.
Por supuesto, podría pensarse que su éxito mediático, unido a la avalancha de usuarios de pago de ChatGPT, conllevará este año un aumento significativo de los ingresos. Y efectivamente, éstos alcanzaron un ritmo anual de cientos de millones de dólares solo unas semanas después del lanzamiento de su chatbot premium…
…pero también es probable que los costos sigan aumentando a medida que su infraestructura deba dar servicio a más usuarios y soporte a nuevas funcionalidades, por no hablar del esfuerzo que supone entrenar los nuevos modelos que van desarrollando (no sólo en potencia de computación, sino en adquisición de nuevos y más completos datasets).
Un ejemplo procedente de la competencia: John Hennessy, presidente de Alphabet (la empresa matriz de Google), ha afirmado recientemente que una búsqueda desde Bard (el chatbot de Google) le cuesta 10 veces más a la compañía que una búsqueda normal.
Por otro lado, a todo eso se suma que, según The Information, una parte destacable de los gastos de OpenAI en este último año se han debido a la contratación de profesionales destacados procedentes de compañías de primer orden, como Google y Apple.
El papel de Microsoft
Estos datos de pérdidas sorprenden más cuando se tiene en cuenta que, desde 2019, OpenAI mantiene un lucrativo acuerdo con Microsoft que se ha traducido en una inversión de 10.000 millones de dólares, a cambio de los derechos sobre un 75% de las ganancias futuras de OpenAI hasta que se reembolse su inversión principal, tras eso, sobre el 49% de las ganancias hasta que alcance un límite teórico.
Además, como todos sabemos, la compañía desarrolladora del sistema operativo Windows cuenta con permiso para utilizar la tecnología de ChatGPT y DALL-E 2 en sus propios productos (Bing, Office)… así como para revenderla a través de Azure.
El largo plazo
OpenAI está liderando el esfuerzo de crear una industria nueva con potencial para revolucionar la economía. La mayoría de expertos está de acuerdo en eso. Y es posible que semejante esfuerzo haga necesario un nivel inaudito de inversión previa y mucho tiempo de espera antes de que la llegada de los beneficios permitan recuperarla.
También hay que tener en cuenta de que muchas compañías prefieren apostar por las pérdidas a corto plazo a cambio de desalojar a los competidores presentes o potenciales en el largo plazo. De momento, ya han logrado hacer temblar a Google, y cualquier compañía que pretenda entrar a competir ahora con OpenAI (como la que está creando Elon Musk, fundador y antiguo directivo de la anterior) tendrá que recuperar mucho terreno recorrido antes de ponerse a su nivel.
Ciertamente, así dicho, nada hace pensar que invertir en OpenAI sea una operación arriesgada. Pero la evolución de la inteligencia artificial que ha permitido a OpenAI situarse donde está ahora también puede volverse en su contra, pues cada día es más accesible la posibilidad de entrenar y ejecutar modelos de lenguaje en hardware disponible para la mayoría de los consumidores.
Esa es, de hecho, la teoría sostenida en un informe recientemente filtrado de Google. "OpenAI está cometiendo los mismos errores que cometimos nosotros", afirma.
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