Si no quieres perder tus datos, es mucho más seguro utilizar un SSD que un disco duro: estos números lo demuestran

Cuando nos ponemos manos a la obra a la hora de comprar un nuevo ordenador, uno de los puntos más recomendados es comprobar qué tipo de almacenamiento tiene. El disco duro convencional, o HDD, va poco a poco cayendo en desuso, quedando relegado muchas veces como almacenamiento secundario o uso exclusivo para NAS. No hay duda de que el SSD aporta velocidades que no podríamos conseguir con un HDD, aunque no es el único beneficio.

Un estudio se ha pasado años comprobando la longevidad de la información que queda almacenada en un disco duro convencional, llegando a la conclusión de que además de más rápidos, los SSD también son más seguros a la hora de mantener la información.

Más rápidos sí, pero también más seguros

Backblaze, empresa experta en ofrecer soluciones cloud, asegura que no es buena idea confiar en un HDD a la hora de almacenar información. Y es que además de ser más lentos, el estudio revela que también cuentan con una tasa de fallo más elevada que los SSD, por lo que tendríamos más probabilidades de perder nuestra información.

Imagen: Backblaze

En este test de longevidad, se han analizado tanto discos duros como SSDs durante varios años. Ocho años en el caso de los HDD, y cinco en el caso de los SSDs. Tal y como se puede comprobar en la gráfica, durante los ocho años de vida útil del disco duro, su tasa de fallo se incrementa considerablemente más que la de un SSD, llegando hasta un 6,93% en su octavo año.

En el caso de los SSDs, vemos como al cabo de su quinto año, su tasa de fallo solamente alcanza el 0,92%. No solo esto, sino que Backblaze afirma que esta tendencia se mantiene constante, a diferencia de su predecesor. Además, dado el avance de su tecnología y los distintos tipos de SSDs, esta tasa de fallo podría incluso mejorarse con el tiempo durante toda su vida útil.

Un disco duro depende de la mecánica que hay en su interior, algo que puede dar lugar a fallos con el tiempo. En el caso de los SSDs, cuentan con menos cuellos de botella, sobre todo si van conectados a través del factor de forma M.2 e interfaces PCI Express, como es el caso de los SSD NVMe.

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