Año 1980, miles de familias estadounidenses se acomodan en el sofá de sus casas. Un nuevo capítulo de Cosmos: A Personal Voyage, la serie de divulgación científica de Carl Sagan, empieza. Sus innovadores efectos especiales y las composiciones del griego Vangelis cautivan al espectador.
Treinta y siete años después, son los jóvenes usuarios de la plataforma de streaming de partidas de videojuegos, Twitch, los que ven en directo la serie que marcó a sus padres. No lo hacen sentados al lado de sus familias frente al televisor, lo hacen desde su ordenador, smartphone o tableta. No comentan los capítulos, descubrimientos y nociones con el de al lado; lo hacen con personas que no conocen a través de un chat plagado de pequeños iconos y una jerga incomprensible para aquellos que entran al servicio por primera vez.
No es la primera vez que Twitch, que fue adquirida por Amazon en 2014 por menos de 1.000 millones de dólares, realiza un esfuerzo por diversificar su audiencia, principalmente videojugadores que ven a profesionales de los deportes electrónicos jugar, y sus vías de ingresos. La compañía lo intenta con nuevas secciones creativas, de debate y, hace unas semanas, un maratón de la serie Power Rangers. Twitch, que es el principal actor en la explosión de los deportes electrónicos, está interesada en aumentar sus ingresos atrayendo a más creadores con sus sistemas de pago por suscripción y donaciones y sumar más espectadores haciendo más inclusiva su plataforma. También lo está intentando Twitter con su nueva estrategia en pos de facilitar la conversación en tiempo real con programas de cobertura política o deportiva.
Es sorprendente ver a decenas de miles de espectadores conectar con series míticas en un formato totalmente diferente al de su difusión original. Pero tiene sentido: los jóvenes ven menos televisión, y han encontrado en YouTube y Netflix los contenidos que buscaban.
¿Por qué no trasladar la formula a las emisiones en directo? Por un lado, se impulsa la interacción con otros espectadores en tiempo real, que se sienten parte de algo que está ocurriendo y cuyas opiniones son escuchadas por personas que comparten una actividad; por el otro, se ofrecen alternativas frente a los obstáculos de los servicios bajo demanda, que muchas veces requieren que el espectador piense de antemano qué quiere ver, algo radicalmente diferente al funcionamiento clásico de la televisión o radio.
Curiosamente, es cada vez más común que los creadores de contenido repliquen las formulas de la televisión en sus canales, con subidas a YouTube en días y horas determinadas o con directos en Facebook Live programados. Y Twitch es la referencia en contenido en directo. Para muchos jóvenes, Twitch y YouTube son sus canales de televisión. Conectan cuando tienen tienen tiempo libre y nada más importante que hacer. Quieren ver si su streamer favorito está retransmitiendo o cómo luce el nuevo juego del que está todo el mundo hablando en los foros.
Posiblemente, en un futuro no muy lejano, Twitch logre diversificar su negocio y crear canales de televisión temáticos relevantes para su joven audiencia. Y allí comentarán lo que ocurre. Desde su smartphone, no desde su televisor. Con otro internauta, no con un familiar.
Tal vez la fórmula de la "caja tonta" siga funcionando con las nuevas generaciones con contenido que se adapte a sus gustos, diverso e inclusivo y que fomente la interacción con otros usuarios desde cualquier dispositivo. Si las películas pueden estrenarse en Netflix, ¿por qué no estrenar un programa de televisión en Twitch o Twitter?
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