Si tuviéramos que describir en tan solo una frase la labor que desempeña una firma de antivirus, lo más probable es que en nuestra definición se encontrasen conceptos como “seguridad”, “fiabilidad” y “rigor”, unos sustantivos cuyos valores (intrínsecos) parece haberse saltado a la torera Kaspersky Lab, especialista en software de protección.
Así, dos antiguos trabajadores de la compañía rusa han denunciado públicamente las prácticas poco profesionales y escasamente éticas de sus ex-empleadores. En concreto, los han acusado de crear falso malware con la intención de desvirtuar la reputación de sus competidores directos.
El boicot de Kaspersky
Los ingenieros, que dieron la exclusiva a la agencia de noticias Reuters, narran cómo, cinco años atrás, Kaspersky realizó un experimento muy particular: envió 10 archivos inofensivos como si de malware se tratase, al servicio VirusTotal de Google, una utilidad gratuita que analiza e identifica, virus, troyanos y otro tipo de contenido malicioso valiéndose de distintos motores antivirus. Entre ellos, por supuesto, se encuentran las compañías de seguridad que rivalizan directamente con la entidad protagonista de la noticia.
Una semana después de la publicación de este sofware inocuo y sorprendentemente, 14 de estas empresas adversarias lo marcaron como malicioso; una clasificación de la que el analista senior de Kaspersky, Magnus Kalkuhi, se sirvió para identificar a aquellos que, según él, les copiaban sin llevar a cabo sus propias investigaciones.
Sin embargo, los empleados aseguran que la supuesta prueba no solo no supuso ningún tipo de avance real, sino que se empleó como una forma de sabotaje. De hecho, aseveran, una de las tareas habituales de los ingenieros de Kaspersky era crear falsos positivos. Los blancos directos de su labor eran Microsoft, AVG Technologies NV y Avast Software, entre otros.
El CEO y fundador de la firma (e implicado directo), Eugene Kaspersky, ha negado las acusaciones en un comunicado. “Nuestra empresa nunca ha llevado a cabo ninguna campaña secreta para engañar a nuestros competidores para que generaran falsos positivos o para perjudicar su mercado. Semejantes acciones no solo carecen de ética, sino que son deshonestas y su legalidad es, cuanto menos, cuestionable”, indica. Una afirmación con la que todos estaremos de acuerdo.
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