Cuando pensamos en las 'estafas románticas' (estafas online en la que los delincuentes convencen a sus víctimas de que están enamorados de ellas para ir sacándoles poco a poco dinero), acostumbramos a hacernos una idea mental del tipo de persona que cae en esa clase de engaños: gente desesperada, o con poca cultura, o meros 'pardillos'.
En realidad, no son tantos los que caen dentro de esos estereotipos. En cualquier caso, son sólo una pequeña parte de los miles de usuarios que, cada año, engordan los bolsillos de esos estafadores.
Carlos Barragán, un periodista español, se dio cuenta de esta discrepancia entre estereotipo y realidad cuando una estafa romántica le afectó de cerca hace unos años:
"Mi madre es inteligente, dedicada y tiene un círculo de amistades muy cercano, lo que difiere de la concepción que yo tenía de quién podría ser susceptible de sufrir estafas románticas. […] En 2015, se enamoró online de un soldado estadounidense que, en realidad, era un estafador romántico nigeriano".
Barragán ha publicado la historia de su madre en el medio estadounidense The Atavist. Ahí cuenta cómo, "desde muchos puntos de vista, Silvia es una mujer exitosa, que abrió su propia clínica dental en España antes de los 30 años y durante las dos décadas siguientes atendió a unos 10.000 pacientes".
El nuevo novio de mamá
Tras un divorcio, y después de que sus hijos la animasen a conocer a alguien, un contacto a través de Tinder —que derivó en conversaciones vía e-mail— inició todo. Sus hijos, al principio, no prestaron mucha atención al nuevo 'novio online' de su madre. Pero la preocupación fue creciendo poco a poco…
"Le preguntamos si alguna vez había tenido una videollamada con Brian; cuando dijo que no, le dijimos que nos parecía sospechoso que, aparte de algunas fotos, nunca hubiera visto al chico que decía amarla. Discutimos, y mi mamá, dolida porque sus hijos no la apoyaban, se encerró en su dormitorio".
Poco después, nuestro protagonista recibió un mensaje preocupante de uno de sus hermanos:
"Carlos, tenemos que hacer algo. Este tío le ha dicho a mamá que le va a enviar unas barras de oro macizo que encontró en un alijo de terroristas. Es una estafa".
Fue ahí cuando empezó a buscar información en Google sobre estafas que implicaban a falsos soldados estadounidenses, y cómo se las apañaban para convencer a sus víctimas de que les pagasen dinero con toda clase de excusas.
Para poder aportar 'evidencia sólida' de que Brian no era quien decía ser (su madre "no estaba preparada para abandonar la fantasía", cuenta), hizo uso de un programa que geolocalizaba los correos recibidos:
"Mi madre me dio su contraseña de Gmail y usé la aplicación para localizar a Brian. Sus correos electrónicos no procedían de Siria; venían de Lagos [Nigeria]".
A la búsqueda del estafador
Cuatro años después, durante la pandemia de COVID, "me puse a pensar en 'Brian' y preguntándome de nuevo por qué mi madre nunca sospechó de él". Y le frustraba no tener ni idea "de cómo era Brian, cuál era su verdadero nombre o cómo ejercía su oficio criminal".
De modo que, unos meses después del fin de la pandemia, decidió escribir sobre el tema. Pero antes, viajaría a Lagos para intentar encontrar al falso Brian, con la dirección de e-mail de éste como única pista.
Su contacto en Nigeria —más concretamente, en la propia 'industria' de los 'Yahoo Boys', como se llama en el país africano a los jóvenes que se dedican a las ciberestafas— le advirtió de que sería más difícil que encontrar una aguja en un pajar.
Efectivamente, no fue capaz de encontrarlo, pero ahora tiene toda una historia que contar sobre las 'técnicas de trabajo' de los Yahoo Boys, y sobre las vidas de éstos, que ahora espera poder convertir en un libro titulado 'A Romance Scammer on My Sofa' ('Un estafador romántico en mi sofá').
Imagen | Generada por Marcos Merino mediante IA + Jean photosstock en Pixabay
En Genbeta | Cuidado con este timo que circula en redes: esa persona no se está muriendo, ni piensa dejarte a ti su herencia
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