Hay videojuegos que usan herramientas de inteligencia artificial como el juego AI Dungeon, una simulación de fantasía basada en texto que se ejecuta en la GPT-3 de OpenAI. El problema es que parece ser que nadie sabe a quién pertenecen las imágenes que se están usando y eso podrá generar un nuevo conflicto con el copyright.
Con reminiscencias de los primeros juegos de aventuras donde se usaba texto, como Colossal Cave Adventure, puedes elegir entre una lista de escenarios donde quieres que pase tu juego, puedes escoger a un personaje y generar una historia es base a él o ella.
Esta historia que tú formulas para jugar en ese videojuego se extrae de datos de inteligencia artificial y el problema es que, mientras un videojuego se lucra de ese servicio de entretenimiento que está ofreciendo: de dónde sale la historia y a quién se paga por el trabajo.
Nuevas creaciones con IA
Como ya sucedió con otras historias similares, por ejemplo, el cómic creado por inteligencia artificial que al final la autora no pudo registrar (hubo un momento que pareció que sí), todas estas nuevas realidades que han traído las herramientas de IA y que están sin regular, dejan limbos legales en el camino.
AI Dungeon, caso del que estamos hablando, fue creado por Nick Walton, un antiguo investigador de un laboratorio de aprendizaje profundo de la Universidad Brigham Young de Utah que ahora es consejero delegado de Latitude, una empresa que se autoproclama "el futuro de los juegos generados por IA". Comenzó su andadura en 2019.
AI Dungeon cuenta con millones de jugadores y su características es que el jugador impulsa la historia con acción, diálogos y descripciones; AI Dungeon reacciona con texto y crea un escenario en base a eso.
Históricos problemas de Copyright
Como dice Wired, históricamente, las reclamaciones de propiedad de creaciones en juegos o en creaciones generadas por los usuarios han quedado anuladas por acuerdos de licencia de usuario final. Por lo general, los largos términos que hay que aceptar para usar estas herramientas se traducen a que los jugadores renuncian a la propiedad de sus creaciones al encender el juego.
La IA añade más complejidad al asunto. Por ejemplo, en Estados Unidos y en Reino Unido la legislación estipula que, cuando se trata de derechos de autor, sólo los humanos pueden reclamar la autoría. Así que en un juego como AI Dungeon, en el que la plataforma permite al jugador "escribir" una narración con la ayuda de un chatbot, a quién pertenece luego el resultado: a la empresa que desarrolló la IA o al usuario.
Alina Trapova, profesora de Derecho del University College de Londres, especializada en IA y derechos de autor y autora de varios artículos sobre los problemas de copyright de AI Dungeon, afirma que los usuarios pueden usar el contenido que crean "más o menos como quieran" y que tienen unas políticas de derechos de autoría muy "vagas".
El periodista de Wired creó su propia historia para un juego, con un protagonista llamado Mr. Magoo. Luego mandó un mail a Latitude para preguntar si podía convertir esa historia en una obra de teatro, un libro o película. La respuesta fue: "Sí, eres el propietario absoluto de cualquier contenido que hayas creado con AI Dungeon".
Además, si alguien paga los 9,99 dólares mensuales necesarios para incorporar Stable Diffusion, el generador de texto a imagen, que puede conjurar imágenes de acompañamiento en las historias de AI Dungeon todo se complica: Stability AI, la empresa que está detrás de Stable Diffusion, ha recibido demandas de artistas plásticos y de la empresa de medios Getty Images.
Imágenes | Florian Olivo en Unsplash
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