Alan Turing, prestigioso matemático de finales del siglo pasado y uno de los considerados padrinos de la informática, escribió un artículo en 1950 llamado "Computer Machinery and Intelligence" con un desafío a todas las máquinas. Llamada Test de Turing, su objetivo es averiguar si una máquina puede ser inteligente; en otras palabras y simplificando: permite averiguar si un ordenador es capaz de pensar por sí mismo.
Hasta ahora esa prueba no había sido superada. Digo "hasta ahora", porque la Universidad de Reading ha presentado una máquina que dice que es capaz de ello. Su nombre es Eugene, es un niño de 13 años y nació en San Petersburgo, desarrollado por Vladimir Veselov y Eugene Demchenko.
Eugene, por primera vez, ha sido capaz de confundir a los jueces durante más del 30% del tiempo en que las charlas que tuvieron lugar. Eugene, concretamente, alcanzó una tasa del 33%. Es importante matizar, por cierto, que la Universidad de Reading afirma que es la verdadera primera vez que el Test de Turing es superado, dado que en otras competiciones similares el tema de la charla es establecido previamente.
Eugene compitió (y ganó) en un evento organizado por la Escuela de Ingeniería de Sistemas de la Universidad de Reading contra otros cuatro programas y destacó, sobre todo, por contar con una "personalidad" concreta: la de un chaval de trece años. Eso le permite ser suficientemente joven como para no saberlo todo y suficientemente mayor como para no ser totalmente ignorante. El líder del equipo, Vladimir Veselov, declaró:
Quiero dar la enhorabuena a todos los que han trabajado en Eugene Goostman. Nuestro equipo está muy ilusionado con este resultado. Se trata de un logro remarcable para nosotros y esperamos que potencie el interés en los robots conversacionales y la inteligencia artificial.
Hay que tener en cuenta, por cierto, que Eugene Goostman es casi un habitual del premio Loebner, la competición más importante del ámbito de la inteligencia artificial, y que en 2008 fue el mejor de los contendientes que participaron. Además, en 2012 estuvo también a punto de superarlo, con una tasa de confusión del 29%.
¿En qué consiste el Test de Turing?
El funcionamiento es muy simple: una serie de jueces mantienen charlas de no más de cinco minutos, introduciendo preguntas en un ordenador. Esas preguntas pueden ser respondidas por un software o por un humano, y una máquina capaz de superar el test, en principio, debe ser capaz de que el interrogador no sepa que es una máquina. Nos enfrentamos a diario a tests similares a este. Es el caso, por ejemplo, de un captcha, que lo que busca precisamente es asegurarse de que quien realiza una petición es humano y no robot.
Existen dos interpretaciones del problema planteado por Alan Turing: la de una máquina que intente engañar al interrogador para que crea que es humano, o la de una máquina que intente imitar el comportamiento humano.
Para esta competición concreta, organizada por el profesor Kevin Warwick, se añade alguna cifra. Si los jueces creen haber hablado con un humano más del 30% del tiempo en que hablaron con un robot, la máquina supera el test. O al menos esta interpretación del test.
Más información | Universidad de Reading
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