En un momento en el que los grandes gigantes tecnológicos empiezan a cogerle el gusto al código abierto y poco después de la liberación del motor JavaScript de Microsoft Edge y Swift (Apple); un nuevo análisis revela que su apuesta no es única sino que las inversiones en esta clase de software han crecido significativamente durante los últimos diez años.
En concreto, los datos del Lightspeed Venture Partners -una firma de capital de riesgo centrada en la innovación y las tendencias en los distintos sectores empresariales- apuntan a que un 78% de las empresas se decanta por él.
Y no es de extrañar dadas sus ventajas, pues el open source permite modificar las herramientas en función de las necesidades del usuario, disminuir la dependencia de vendedores de código propietario, ahorrarse los costes en licencias; así como solucionar errores y lanzar nuevas mejoras con mayor rapidez (dado que estas se llevan a cabo por una comunidad más amplia).
Diez años y un crecimiento abrumador
Así, su investigación no solo ha puesto de manifiesto un incremento de hasta el 10% en estos últimos cinco años; sino que ha destapado que los capitalistas de riesgo y los empresarios ya no son los únicos en optar por él, sino que lo hacen compañías de todas las clases y tamaños. Unos datos que vienen avalados por el *Future of Open Source survey*, un estudio de carácter anual que examina las respuestas y comportamiento de hasta 1.300 entidades, el 64% de las cuales participa activamente en proyectos de este tipo, un 14% más que el año pasado. Pero ¿por qué?
La tendencia comenzó a plasmarse tímidamente hace una década, cuando entidades como SolarWinds, AppDynamics, New Relic y Splunk empezaron a decantarse por el freemium; un modelo de negocio usado por Spotify, Dropbox y otras, que permite al usuario probar el producto antes de adquirirlo. Algo que puede aplicarse al open source y que aporta un plus considerable a los desarrolladores. Un punto de partida que no solo motivó a los compradores del mismo y resultaba más rentable, sino que acabó evolucionando como lo ha hecho.
El cambio de mentalidad y estrategias de producto fue crucial; una alteración que se plasma en la siguiente infografía y que pone de manifiesto que, ahora, más que nunca, son los desarrolladores los que tienen la sartén por el mango. La presión por construir un software mejor, más económico, rápido y rentable ha llevado a las empresas a apostar por un sistema escalable para las masas, en un producto accesible y alterable por cualquiera que haga posible la célere solución de problemas así como la implementación de nuevas características.
De hecho, aunque inicialmente este tipo de apuesta puede parecer cara, merece la pena la inversión a medio-largo plazo. Además, no podemos perder de vista que el software de código abierto no necesita “venderse”, sino que solo los verdaderos interesados acceden a él para usarlo, mejorarlo, implementarlo y, en definitiva, incrementar sus prioridades. Una retroalimentación con la que los sistemas de pago no pueden competir.
Vía | Venture Beat
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