Decenas de empleados de Shein, hartos de quedarse callados: expertos hablan sobre la precariedad laboral y mano de obra infantil

Shein se ha convertido en pocos años en todo un titán de las plataformas de comercio online y tiendas de moda. Su ascenso ha sido provocado mayoritariamente por su marketing agresivo y precios extremadamente bajos en comparación al resto de tiendas de moda. La compañía fue valorada el año pasado en 66.000 millones de dólares a través de una de sus últimas rondas de financiación, con cifras de ventas varias veces superiores a firmas tan consagradas como Zara o HM.

Que Shein pueda mantener sus precios bajos es la principal razón por la que la plataforma de comercio sigue siendo un coloso muy difícil de derribar para el resto de marcas. Sin embargo, hay un tema sombrío que persigue a la compañía desde hace años: las presuntas precarias condiciones de trabajo de sus empleados y las acusaciones de mano de obra infantil.

Shein, en el punto de mira

Los empleados están alzando la voz cada vez más. El medio Wired ha analizado decenas de vídeos publicados por los trabajadores de este tipo de compañías en redes sociales chinas. En estos vídeos, los trabajadores narran su día a día en la fábrica. Y es que más allá de los vídeos promocionales de Shein sobre su dinámica de trabajo, la realidad contada por muchos de estos trabajadores en redes ofrece un panorama mucho más sombrío.

Entre los ejemplos que Wired pudo encontrar, destaca el de un trabajador de Shein que habla de su logro de recoger 650 prendas en un turno, turno en el que no pudo hacer ninguna parada para ir al baño. Sin embargo, su elevado número de artículos hace que el trabajador pueda optar por la máxima remuneración. Y es que según apuntan varios trabajadores y analistas, es habitual que Shein pague a los trabajadores en función del número de artículos que manipulan. Este sacrificio hizo que la persona pudiera optar a cumplir el objetivo de ganar 10.000 yuanes (unos 1.274 euros al cambio).

Si bien esto se trata de una violación de las leyes laborales de China, donde se estipula que los trabajadores deben estar dados de alta bajo un contrato legal y puedan recibir indemnizaciones por despido, la realidad es que muchas compañías encuentran vacíos legales para aumentar el 10% permitido de trabajadores de expedición en la plantilla. Esto significa que los salarios también pueden depender del rendimiento de producción, e incluso fluctuar con la situación general de los despidos.

Este ahorro en mano de obra y personal es una de las principales tácticas por muchas plataformas de comercio electrónico similares para mantener los precios bajos de sus productos. Shein mantiene su ventaja competitiva principalmente por sus precios extremadamente bajos, donde permite que sus compradores puedan adquirir productos por solo unos pocos euros.

Realmente, prácticamente todas las compañías que adquieren parte de sus productos desde fábricas chinas, se enfrentan a este problema. Al menos, unas pocas se comprometen públicamente a investigar casos de violación de derechos laborales. Sin embargo, la realidad es que toda empresa quiere reducir costes, y esta es la forma más directa de la que disponen para conseguirlo.

Junto a ello, cabe destacar que muchos funcionarios de distrito en China tienen pocos incentivos para tomar medidas proactivas en contra de las infracciones de estas fábricas, ya que así siguen llegando pedidos de clientes internacionales de alto perfil.

Todos los testimonios de los trabajadores que están siendo públicos recientemente en redes confirman lo que se sospechaba desde hace tiempo: la precariedad de su trabajo en Shein y demás plataformas similares. Además, la compañía también reveló dos casos de trabajo infantil en su informe de sostenibilidad el mes pasado, lo que hace suponer que la cifra sería mayor.

Ante las desorbitadas cifras de ingresos de Shein y los beneficios que esto ofrece para el país, posiblemente sea difícil hacer algo desde dentro, por lo que la pelota está en el tejado de las regiones que reciben las mercancías y sus respectivos organismos reguladores. Europa y Estados Unidos llevan años queriendo restringir aún más las exportaciones desde China, aunque aquí entran también en juego otros intereses.

Imagen de portada | Dick Thomas Johnson

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