La gran pregunta sigue siendo: "¿Quién establecerá las reglas y cómo se aplicarán sin desvirtuar los principios de una sociedad libre?"
A pesar de que hay otros problemas globales que también son difíciles de resolver, Gates señala que al menos en esos casos existen caminos más claros hacia una solución
En un mundo cada vez más interconectado, donde las tecnologías avanzan a pasos agigantados y la información circula en tiempo real, hay un factor que, a ojos de Bill Gates, ha emergido como uno de los mayores desafíos de nuestra época. Según el cofundador de Microsoft (y uno de los filántropos más influyentes del mundo), este fenómeno representa el problema número uno al que se enfrenta la generación actual, y lo que es aún más alarmante, es un problema que parece no tener solución.
Un mal que ya está hecho
En una entrevista reciente con CNBC, Gates expresó su preocupación sobre cómo la 'desinformación' ha permeado la sociedad, facilitada en gran parte por las tecnologías emergentes como la IA generativa, que permite crear y difundir falsedades a una velocidad sin precedentes.
Según el Foro Económico Mundial, la desinformación generada por IA se considera uno de los principales riesgos globales en los próximos dos años. Aunque este problema ha cobrado relevancia, Gates admite que, a pesar de sus esfuerzos por abordar cuestiones como el cambio climático y la pobreza, la desinformación es una cuestión para la que aún no tiene una solución clara.
Gates señala que el daño que produce la desinformación es irreparable: "Y, si lo captas un día después, el daño ya está hecho". Este aspecto es lo que hace que la desinformación sea particularmente difícil de combatir, ya que su propagación rápida online puede tener toda clase de consecuencias antes de que los hechos correctos lleguen al público.
La experiencia personal que lo hizo reflexionar
Una de las razones por las cuales Gates considera la desinformación como un problema fundamental es su impacto personal, destacando que el impacto de la desinformación no es solo un problema abstracto:
"Escuchar a mi hija hablar sobre cómo había sido acosada online, y cómo sus amigos habían pasado por lo mismo en varias ocasiones, puso el tema en perspectiva de una manera en la que no había pensado antes".
Una difícil solución
Uno de los dilemas clave que plantea la lucha contra la desinformación es cómo equilibrar los esfuerzos para detener la propagación de falsedades con la defensa de los derechos fundamentales. Gates reconoce que este problema está sobre la mesa:
"Soy sensible al argumento contrario de que restringir cualquier tipo de información online podría dañar el derecho a la libertad de expresión".
Y es que, aunque Gates reconoce la necesidad de establecer reglas, admite que no sabe exactamente quién debería encargarse de implementarlas ni cuáles deberían ser los límites. Pero tiene claro que los esfuerzos actuales, como los programas de alfabetización digital y la moderación de contenido por parte de las plataformas de redes sociales, han demostrado ser insuficientes.
La naturaleza humana de buscar información que confirme nuestras creencias preexistentes agrava aún más el problema, algo en lo que Gates reconoce que él mismo también cae:
"Incluso yo caigo en la tentación... Si hay un político que no me gusta y veo un artículo que lo critica un poco, disfruto leyéndolo, incluso si está exagerado".
La incapacidad de ofrecer una solución concreta a la desinformación es una carga que Gates siente que la generación más joven tendrá que enfrentar:
"Es un problema que hemos pasado a las nuevas generaciones".
Un futuro con Bill Gates
No es casualidad que Gates saque a colación este problema: el impacto de la desinformación, tanto a nivel personal como social, será uno de los temas centrales de una nueva serie documental de cinco episodios protagonizada por Gates, titulada "What’s Next? The Future With Bill Gates" y que Netflix estrenará el 18 de septiembre.
Imagen | DFID - UK Department for International Development (vía Flickr)
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