Rusia invadió Ucrania, y en unos días —sanciones occidentales mediante— los rusos dejaron de tener acceso a películas: Netflix y otras plataformas de streaming dejaron de prestar servicio en el país eslavo, y las grandes productoras de Hollywood dejaron de estrenar producciones en sus cines. Y, sin embargo, The New York Times certifica que en numerosas salas rusas los espectadores pueden verse películas en cartelera como 'The Batman', o estrenos recientes como 'Don't Look Up'. ¿Qué ha pasado, entonces?
Bueno, primero ocurrió que Rusia decidió despenalizar la copia de cualquier software o producción audiovisual cuyos propietarios no ofreciesen acceso a los mismos a los usuarios rusos a causa de sanciones contra el país. De este modo, de un día para otro, en Rusia distribuir abiertamente copias de Windows sin permiso de Microsoft ha pasado a causar problemas con la ley (no es que sea 'legal', técnicamente), por ejemplo.
Y, agarrándose a ese cambio normativo, los cines han decidido empezar a permitir que "grupos de particulares" alquilen sus salas para proyectar —gratuitamente o pagando— copias de estrenos descargadas irregularmente de Internet. En otros casos, los cines están proyectando las películas sin disimulo.
Una medida quizá necesaria para su supervivencia, teniendo en cuenta que la asistencia a los cines se desplomó en Rusia durante el mes de marzo, hasta la mitad con respecto a las cifras de 2021, y que muchos de ellos se plantean echar el cierre durante los próximos dos meses.
Algo comprensible, dado que el 70% de su mercado cinematográfico está compuesto por producciones estadounidenses… de hecho, durante los primeros años de este siglo Rusia se convirtió en el noveno mayor mercado de taquilla extranjero para Hollywood.
Un ejemplo: 'The Batman' como performance
Hace una semana, un artista teatral llamado Habbilen Halychev organizó el 'estreno' de 'The Batman' en Moscú, presentado como 'arte de performance', con un proyector en medio de una sala llena de sillas desiguales, en homenaje a la atmósfera de las proyecciones clandestinas de cine occidental durante la época de la Unión Soviética.
En palabras de Halychev, "ahora puedes descargarte una película usando torrent, vender entradas y ¿qué ocurre? Nada". Claro, que en esta ocasión quien bloquea el acceso de los rusos al cine no es el Politburó del Partido Comunista de la URSS, sino el cumplimiento de las productoras a las sanciones occidentales. Pero, como en aquella época, la producción cultural y los espectadores terminan encontrándose, al margen de los obstáculos impuestos por la situación política.
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