El edificio que podéis ver en la imagen superior está situado en el número 55 de la calle Savushkina, en la ciudad rusa de San Petesburgo. En él trabajan unas 400 personas, organizadas por turnos, durante las 24 horas del día. Hasta aquí todo parece normal, pero la cosa cambia cuando podemos calificar el empleo de esas personas de trolls profesionales.
Y es que en ese edificio está la llamada "Internet Research Agency", una compañía en la que varios expertos publican miles de mensajes en las redes sociales con el objetivo de tergiversar opiniones y apoyar las iniciativas del gobierno de Putin. Todo ello aderezado de falsas catástrofes en los que ya han picado muchas agencias de los Estados Unidos.
De atentados con escapes de gas tóxico a infecciones de Ébola
Los ejemplos que comenta Adrian Chen en el New York Times Magazine, quien ha sufrido las acciones de este grupo en sus propias carnes, demuestran el alcance que pueden tener estas personas. En una sus "ofensivas" se publicaron tuits, mensajes en Facebook e incluso vídeos en YouTube que avisaban de un escape de gas tóxico en la ciudad de St. Mary Parish en el estado de Louisiana.
Imaginaos la situación: de repente, todo el mundo empieza a compartir por las redes mensajes de emergencia, vídeos falsos pero muy elaborados en los que ven explosiones y fábricas en llamas, grabaciones de cámaras de seguridad en los que podemos ver los efectos de una explosión... hasta hubo el hashtag #ColumbianChemicals.
La "Internet Research Agency" ha hecho campañas con infecciones y atentados falsos en varias ciudades de los Estados Unidos
Lógicamente, el departamento de seguridad nacional estadounidense sufrió las consecuencias recibiendo un alud de llamadas de los ciudadanos. Lo peor llegó cuando apareció otro vídeo falso en el que ISIS afirmaba ser el autor de un atentado en esas fábricas. Son los ingredientes perfectos para que cunda el pánico.
Y eso es sólo un ejemplo de muchos: también se esparcieron datos falsos sobre una supuesta infección de Ebola en Atanta (sobre la que también había un hashtag #EbolaiAtlanta y vídeos con supuestos transportes ocultos de enfermos), reviews muy positivas sobre gadgets rusos como el YotaPhone... y hay muchas comunidades de Facebook en las que se defienden políticas afines al actual gobierno ruso con críticas fuertes hacia Ucrania o las políticas de Obama. Las sospechas se levantan cuando vemos que los usuarios que publican mensajes en esas comunidades tienen nombres y avatares muy genéricos, y todos se dieron de alta en el mismo día.
"Buenos días, esto es con lo que tienes que trollear hoy"
Ludmila Savchuk, una antigua empleada de la Internet Research Agency que ha hablado con la fuente del New York Times Magazine, explica cómo era el día a día de la agencia. Los sueldos eran altos en comparación con la media rusa, unos 777 dólares mensuales. El ambiente era "puramente corporativo", no se conocía jamás quien era la máxima autoridad de la empresa y se alternaban dos días con turnos de 12 horas y dos días libres. Nadie sabía nada sobre el objetivo final de todo este trabajo.
Cada empleado, que tenía de media entre 20 y 30 años, tenía que publicar cada dos días un mínimo de cinco mensajes políticos, diez de otros temas y escribir entre 150 y 200 comentarios en mensajes que habían publicados sus compañeros mediante sus respectivas cuentas falsas. Otro confidente que ha hablado con Shaun Walker en The Guardian comenta cómo lo que siempre se hacía antes de empezar a trabajar era activar un proxy con el que se ocultaban las direcciones IP desde las que salían todas estas campañas.
El autor de la fuente ha sido acusado de reunirse con un neo-nazi en San Petesburgo
El propio periodista del NYT Magazine, como he dicho antes, ha sufrido las consecuencias de su investigación sobre esta agencia. El medio ruso FAN afín al gobierno de Putin publicó un artículo en el que se acusaba a Adrian Chen de haberse reunido con un neo-Nazi llamado Alexei Maximov. Y sí que Adrian se había encontrado con Alexei, pero se lo presentaron como si fuese la hermana de la confidente Ludmilla. Un culebrón digno de estar en una película de Tim Clancy, básicamente.
En definitiva, la figura de un troll profesional no es ninguna broma. Los emplean en campañas fraudulentas, influyen en la política de una potencia mundial como es Rusia y pueden provocar alarmas en cualquier país del mundo. Y si intentas averiguar algo sobre ellos, puedes tener problemas. La pregunta que me hago ahora es: ¿será algo que también tengan otros países? No es una visión muy agradable.
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