Hace dos años, la Oficina de Copyright de los EE.UU. aprobó una excepción en la aplicación de la DMCA (Digital Millennium Copyright Act), la principal normativa de protección de los derechos de autor del país norteamericano, que afectaba a la conservación de software.
Más concretamente, a los videojuegos: se permitiría a las instituciones científicas romper los sistemas de protección para preservar juegos abandonware incluso cuando estos juegos requieran conexión a la servidores originales del desarrollador.
La aprobación de dicha propuesta, planteada por el Museo de Arte y Entretenimiento Digital de San Francisco (MADE), permitió a archivos, museos y bibliotecas no sólo conservar copias de los juegos cuyo soporte por parte del desarrollador hubiera finalizado, sino también hacerlas jugables.
Y esto se logró pese a las protestas de las principales empresas de desarrolladoras de videojuegos (PDF), que temían que dichas instituciones pudieran explotar este derecho con fines comerciales, ejerciendo así 'competencia desleal' contra ellas:
"Los proponentes solicitan permiso para participar en formas de elusión de la legislación que permitirá recrear completamente servicios de videojuegos online y harán que éstos estén disponibles para ser jugados por un público amplio".
Una pequeña victoria que vuelve a estar en riesgo
Pero las exenciones a la DMCA han de renovarse cada 3 años, dando la opción a que se amplíen, reformen o deroguen. Y esto ha movilizado de nuevo a lobbies y organizaciones científicas y cívicas para tratar de influir sobre la Oficina del Copyright.
La Software Preservation Network (SPN) y la Library Copyright Alliance (LCA) ha unido sus fuerzas para solicitar (PDF) a las autoridades que la exención no sólo se mantenga, sino que se amplíe y elimine la restricción que obliga a no distribuir los juegos archivados fuera de las instalaciones físicas de las instituciones.
Probablemente, volverán a contar con la oposición de las compañías de videojuegos. Pero muchos son los que sostienen que ellas mismas podrían ser las primeras beneficiadas, al menos dentro de unos años, del hecho que los videojuegos que salen al mercado terminen con el tiempo en manos de archivistas.
Un ejemplo de la utilidad de la exención
Uno de los defensores de la exención en las audiencias celebradas por la Oficina del Copyright hace dos años fue James Clarendon, uno de los desarrolladores de 'Bioshock' cuando trabajaba en 2K Games en 2012, que explicó que cuando en 2017 la compañía quiso volver a publicar el juego se encontró con que nadie se había molestado en archivar y preservar el juego original... y 'les faltaban piezas'.
Por ello, la compañía tuvo que ponerse en contacto con todos sus empleados y ex-empleados implicados en el desarrollo, para que rebuscaran en sus equipos, y aún así no lograron que el juego relanzado fuera idéntico al original, pues no todas las partes del código fueron recuperadas; extremo que se habría evitado si el código hubiera estado en manos de archivos y bibliotecas.
Vía | TorrentFreak & Tom's Hardware
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