Hoy, 28 de enero, se celebra en Europa el Día de la protección de datos, una iniciativa de la Comisión Europea, el Consejo de Europa y las autoridades de protección de datos de los estados de la UE que busca concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de proteger sus derechos y obligaciones. Es la sexta edición de este día institucional, que conmemora la firma en 1981 del Convenio 108 sobre tratamiento automatizado de datos, y lo cierto es que cae en mitad de muchos debates que tienen que ver con cómo protegemos nuestros datos en la red.
Algunas píldoras a modo de ejemplo de lo que está ocurriendo se enumeran en pocas palabras: tenemos agujeros de privacidad en Facebook que afectan hasta a Zuckerberg, tronchantes políticas de protección de datos, con publicidad ad-hoc incluida, que Google cambia como le parece. Y luego están anécdotas como lo de O2 y los números de teléfono, que son para nota.
Por su parte, la Comisión Europea ha presentado nuevas normas, pendientes de aprobación, para mejorar la protección de la privacidad de los datos de los usuarios, especialmente en el derecho a la portabilidad de los datos y el derecho al olvido. Además, se plantea endurecer las sanciones a las empresas que incumplan estas leyes, como aquella que metió al 75 % de los españoles en bases de datos que ni controlamos ni conocemos ni nada de nada.
En ese sentido, las palabras de Josep Albors, director de laboratorio de la empresa de seguridad informática Ontinet, son claras:
Lo que compartes en la Red, se queda en la Red. Es curioso: los usuarios tienen una falsa sensación de seguridad y de privacidad cuando utilizan Internet, como si la barrera del ordenador que separa el mundo virtual del real fuera un escudo protector capaz de delimitar perfectamente ambas actividades. Y no es así, y ahora menos que nunca.
Al margen de cualquier discusión que podamos mantener sobre lo lícito o ilícito de que un organismo espíe las actividades y la identidad de un usuario de internet, no está de más recordar que la red es eso precisamente: una red, un tejido en el que todos los nodos están conectados. Por eso, vale la pena tener presentes algunos consejos que pueden parecer de perogrullo, pero que son importantes a la hora de garantizar nuestra propia privacidad:
Leer las condiciones de privacidad de los servicios online.
Controlar la información que compartimos.
Utilizar el sentido común y evitar dar información sensible en la red.
Pensar en el uso futuro que se le puede dar a la información que compartimos.
Contar con una solución de seguridad actualizada.
Ser cuidadoso al abrir archivos de dudosa procedencia.
Extremar la precaución con correos de destinatarios no identificados.
Realizar de forma metódica copias de seguridad.
Escoger contraseñas realmente eficaces y cambiarlas con regularidad.
Conocer la política de privacidad del país donde se encuentran los servidores de nuestro servicio de hosting, archivo, etcétera.
Para acabar, unas palabras del escritor norteamericano Ambrose Bierce, que aunque lo parezca no son una amenaza sino un canto al sentido común:
Cuidado con lo que dices, cuidado con cómo lo dices, cuidado a quién lo dices.
Enlace | AEPD