Más de 600 ciudades, se dice que hasta 22 millones de personas en total apoyando el movimiento y un dominio enorme de las redes sociales, esas que se definen como "voz de la sociedad actual", pero... ¿Se ha escuchado?
Salvando las distancias en todos los sentidos (me curo en salud), los primeros días contra Mubarak había menos de 20.000 personas y la cobertura informativa ya era excelente. Lo mismo se podría decir con las reducidas protestas en Marruecos, donde apenas fueron unos pocos miles y ya se habló de una revolución en toda regla. Por otro lado, aquí de Grecia se ha hablado muy poco y fuera de nuestras fronteras se denuncia que tampoco se ha dicho mucho de España. Algunos conocidos en el extranjero no sabían nada de la #spanishrevolution.
Como tantas otras veces, algunos críticos acusan de callar el movimiento con unos u otros intereses. Sorprende verdaderamente que aquellas que vienen desde el norte de África sean informadas a diario con amplios reportajes y que éstas no. ¿Podemos hablar de silencio mediático?
La magnitud de la "revolución" en la prensa y en el mundo real
Desde un principio se habló de la posibilidad de que los grandes medios nacionales estuvieran silenciando los hechos que se vivían en las redes sociales y que se trasladaron a la realidad en forma de acampadas. No muchos le dedicaron una atención especial y la mayoría seguían destinando un determinado número de minutos de televisión a los dos grandes partidos, tal y como está pactado, pese a que la atención de entonces estaba en la calle. Muchos tuvimos que recurrir a Intereconomía para seguir una retransmisión en la semana que más fama ha dado al canal en su corta vida.
El resto dijo poco. Tanto es así, que se llegó a crear un canal streaming independiente. No fue hasta que Sol se llenó hasta la bandera varios días seguidos cuando los principales periódicos de tirada nacional y las cadenas de televisión empezaron a hacerse eco; especialmente para conocer la opinión de los líderes políticos y darle un poco de tensión al asunto.
Desde entonces el movimiento 15M se ha extendido (y empieza a recogerse) no ya por toda la península e islas, sino a lo largo y ancho de todo el globo. Si veíamos que en Italia cundía el ejemplo, también lo hizo más tarde Portugal o Grecia, donde más de 60.000 personas (según la policía) arrinconaron a los líderes políticos manifestándose a las puertas del congreso aunque aquí no nos hayamos enterado.
Lo último se escucha en Turquía, donde se identifican mucho con lo ocurrido aquí pese a que sea continuamente tachado de exageración, no sin cierta razón. Los resultados electorales llevaron la contraria a los acampados por mucho que cuenten con el apoyo mayoritario de la población. En algunas ciudades apenas superaban la centena y la convocatoria era casi simbólica. La autocrítica debería empezar por preguntarnos si el ruido que provocamos sólo sirve para que lo escuchemos nosotros o si realmente hay un hilo conductor entre El Cairo y Madrid.
¿Cuánto de Egipto hay en Sol?
¿Son comparables ambas revoluciones? Por condiciones, importancia de los acontecimientos y por lo determinantes que pueden ser para el desarrollo del mundo a largo plazo, no. No cabe duda de que una oleada de revueltas en el mundo árabe trastocaría relaciones económicas a gran escala, mientras que la mejora de la calidad democrática de los países occidentales no alcanzará semejante magnitud por muy deseable que sea.
Sin embargo las coincidencias no existen. Sí tienen elementos en común que merecen ser destacados. Uno es el movimiento social apoyado en las nuevas TIC y el otro es el uso de ellas para exigir sus derechos a una clase política que se siente distante. Unos a base de acceso a la democracia y otros pidiendo transparencia vía open data, pero todos en defensa de un sistema que represente mejor la opinión social que el que tenemos.
Cada uno en su liga, pero en el fondo todos jugamos a lo mismo; a poner todas las herramientas disponibles al servicio de la ciudadanía para mejorar como sociedad. Si esto ha ocurrido con apenas 15 años de Internet, cuesta creer que el sistema que conocemos pueda permitirse seguir estancado mucho más tiempo, cuando la tecnología además de democratizada sea homogénea y se asfalte la brecha digital. Da igual sí hasta ahora se ha hablado de ello tanto como se debería o se ha silenciado. No importa en realidad si a la mitad no les ha llegado todavía el mensaje. Los oídos sordos juegan contra el cronómetro.
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