"Ahora, con la compra de un iPhone o un iPad, hay una salida, que le permite probar las posibilidades de la Web sin tener que mezclarse con la chusma". Esta contundente y provocadora frase hace honor al artículo "La muerte de la web abierta" que ha escrito Virgina Heffernan, en The New York Times.
Una ciudad, internet, con un corazón urbano, insalubre, "canalla", rebosante de vida y oportunidades. Y otro mundo, muy alejado del centro, en el que viven, tranquilos y seguros, los habitantes de Applecrest. Una cara, elegante y limpia urbanización en la que aislarse de la vida en la ciudad, en palabras de Virgina Heffernan.
La propia articulista del NYT nos explica el paralelismo entre "lo que pasó en ciudades como Chicago, Detroit o Nueva York en el siglo XX y lo que está pasando en Internet desde la introducción de la App Store":
Los paralelismos entre lo que ocurrió con ciudades como Chicago, Detroit y Nueva York en el siglo XX y lo que esta pasando en Internet desde la llegada de la Apple Store es asombroso. Como las grandes ciudades americanas modernas la web fue fundada sobre partes iguales de idealismo y oportunismo. A lo largo de este tiempo nerds, estudiantes, trepas, forajidos, rebeldes, mamás, fans, beatos, gorrones, mandos intermedios, jubilados, starlets, presidentes y predadores de empresas han hecho su casa de la red. Pero en lugar de llegar a un consenso acerca del vertigo que provocaba su desarrollo, y la importancia de su cura, se han ido construyendo aislados jardincillos on line como aquellos que Facebook aparenta, pero que en realidad, no representa..
En este mismo momento un nuevo muro virtual esta siendo edificado. La Webtropolis está siendo estratificada. Incluso usted si, como la mayoría de la gente, todavía navega desde un portátil o un PC encontrará entradas de pago, invitaciones para clubs exclusivos, programas de suscripción, configuraciones personalizadas y otras muchas maneras de poner obstáculos al libre acceso a la red. Todas estos espacios privados hacen sentirse a salvo, no solo de virus, inestabilidades, imágenes y sonidos no deseados, pornografía no requerida, enlaces esponsorizados, publicidad emergente sino también de diseños básicos, comentarios caprichosos y no controlados, voces excéntricas e imágenes que hacen que la red sea sorprendente, cambiante e iluminadora.
En definitiva, un debate, el apuntado por la articulista de tecnología de The New York Times, en el que en cierta forma ha entrado el Presidente Obama... y de otra manera muy diferente, algunos políticos europeos.
Foto | photog2009 En Nación Red | El Parlamento Europeo comprará iPads para todos sus diputados