Las guerras contra algún concepto etéreo son muy peligrosas. Especialmente para todo aquello que es contrario al concepto contra el cual se lucha. La guerra contra el terror, pongamos por caso, ha convertido el mundo en un caos laberíntico de controles de entrada, controles de salida, controles intermedios y controles aleatorios, cada uno de ellos con sus propias normas secretas.
El resultado es que los ciudadanos vemos alterado nuestro modo de vida y nuestras rutinas diarias, pero no porque alguien ponga petardos muy grandes, si no gracias a señores y señoras de uniforme que, segun dicen, hacen lo que hacen “para ayudarnos”.
Otro caso lo tenemos en la guerra contra el narcotráfico. Una guerra que se lleva a cabo en todo el mundo, y que ha causado una enorme cantidad de victimas mortales. Muchas más de los que han causado las drogas por si mismas. Eso si, cada persona que muere tiroteada ayuda a construir un mundo más mejor.
Terroristas y narcotraficantes son dos de los insultos más espectaculares que cineastas, autocantores, escritores, artistas y demás personajes de La Farándula nos han dedicado a los que correteamos por Internet. También nos han llamado delincuentes, cabritos, ladrones, peristas, talibanes, mafiosos, fascistas, proxenetas… ah, y la más conocida: piratas. ¡¡¡¡AARRRRR!!!!
Todo esto sería objeto de unas buenas risas, si no fuera porque, como dijo alguien, los récords están para superarlos. Y vaya si se han superado. En el Reino Unido, el Señor Fran Nerkvla, director de Phonographic Performance Ltd., flirteaba con pedir la pena de muerte para los “piratas”.
En España no llegamos a tanto… aún. Aquí el Señor Enrique González Macho, el nuevo y flamante presidente de la Academia del Cine, ha hecho honor a su segundo apellido y ha comparado a los “piratas” con la delincuencia sexual. Unas cuantas preguntas antes, el Señor Macho avisaba que su mandato no va a generar grandes titulares. Como dicen por ahí, la primera en la frente.
Hace poco menos de un año los ‘creadores’, ya saben, aquellas personas que en su mayoría destacan por vivir del trabajo propio (realizado no menos de quince años atrás) felicitaban al Gobierno Progresista y de Izquierdas por haber tomado la decisión de “atacar la ‘piratería’ como se hizo con la droga”.
Recuerdo que cuando leí el titular me alegré, pensando que por fin se pondría fin a una serie de monopolios que se dedican a reclamar para si el dinero de los contribuyentes. Pues no. La cita iba en otra dirección.
Lo dejó claro, tras la dimisión del anterior Presidente de la Academia, Gerardo Herrero, que también ha sido Presidentísimo. Herrero se despachó diciendo que la reunión / desayuno que organizó De la Iglésia con unos cuantos habitantes de la red era equivalente a que el Ministerio de Sanidad se hubiera reunido con traficantes de droga. Y se quedó tan ancho.
El mundo de la farándula es como es, pero tanta mención a las sustancias ilegales resulta preocupante… Yo del mundo narco me quedo tan solo con las letras de Los Tigres del Norte:
Martín Estrada Contreras, un tahúr profesional. Lo respetaba la gente porque jugaba legal. Era pa todos derecho, sabía perder o ganar.
Lo del parche, el gorro, el loro y la piña debajo del mar era hasta cierto punto divertido. Que nos equiparen con violadores y delincuentes sexuales es cruzar una línea muy peligrosa. Si el Sr. Macho no quería dar grandes titulares, ni me imagino lo que puede venir ahora. El Sr. Macho dice que hay que explicar mejor el cine español… pues lo hizo con aquello que empieza cuando la espalda pierde su casto nombre.
En un país en que a alguien se le responsabiliza de lo que dice el primero que pasa por la calle, resulta que un personaje publico puede permitirse equiparar a unos 27 millones de personas con delincuentes sexuales, por el mero hecho de conectarse a Internet (lo siento, pero no me vale lo de “Internautas somos todos… menos los violadores”). Y no sólo le sale gratis, si no que encima le pagan por ello. La pregunta es ¿hasta cuando?
Quizá ya iría siendo hora de empezar a pararles los pies a estos, por ponernos en situación, piratas de río que, por mucho menos, se atreven a presentar demandas por ‘intromisiones contra el honor’. Ya vale.
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