Miles de usuarios del Reino Unido han recibido cartas de un despacho de abogados en el que se les acusa de violar los derechos de autor por intercambiar archivos ilegales. Todo en nombre de los derechos de autor del sello discográfico de uno de los grandes “clubs nocturnos” del mundo, en la práctica, por su dimensión, una gran marca del entretenimiento.
A los destinatarios de la amenazante misiva se les piden compensaciones que van de las 300 a las 1300 libras, de lo contrario se les advierte de las duras sanciones penales a las que se enfrentan. Incluso el BPI, el organismo oficial que representa a la industria musical del Reino Unido, admite que no aprueba el litigio en masa contra los infractores de Internet. Más bien preferiría reservar las acciones legales para la mayoría de los infractores graves.
Pero el despacho de abogados Gallant Macmillan que actúa como un cobrador del frac de la industria, no se achanta y sigue enviando carta en representación y defensa de los derechos conculcados, eso dicen, de Ministry of Sound.
Entre los destinatarios ha habido reacciones de todo tipo, asustadizos unos, preocupados pero serenos otros y muchos que simplemente han tirado la carta a la papelera. Como suele suceder con una campaña de cartas de tal envergadura, se han producido casos de usuarios que se han visto sorprendidos por las denuncias porque simplemente no ha descargado ningún contenido susceptible de ser ilegal… en su vida.
La razón es siempre la misma – los investigadores sólo pueden acusar a una dirección IP del infractor, no a un individuo específico. La investigación no considera la posibilidad de conexión a una red Wi-Fi o que la conexión sea utilizada por otro miembro de la familia, un amigo, un amigo de una amiga o el vecino que se había quedado sin conexión y ese día consultó su mail… y algo más.
Más grave es la denuncia de un conocido abogado defensor, Michael Coyle, que ha representado a cientos de personas que han recibido estas cartas y que se ofrece a defender gratis a toda persona que se declare inocente. Según Coyle el juego sucio de la trama es evidente, por ejemplo, denuncia una de las prácticas del “cobrador del frac” revestido de bufete en defensa de las “comisiones” del Copyright.
Un número significativo de los casos y por lo tanto las cartas hacen relación a descargas de pornografía, tratando de presionar a los usuarios por haber pagado porno. Dice Coyle que hasta el 10% de las personas que reciben este tipo de cartas pagan para evitar sentir “vergüenza” en el ámbito familiar.
Foto | cyberdees
Vía | The Guardian