Ha llegado el día de la verdad. Hoy se vota en Washington la conocida como Stop Online Piracy Act, SOPA para los amigos, y la Protect IP Act, de sobrenombre PIPA. Las dos posiciones por las que se pueden describir estos proyectos de ley están más que claras: luchar contra la llamada piratería en la red o acabar con internet como la conocemos, potenciar al lobby o escuchar a los usuarios de internet, que somos todos, entrar en una nueva era de protección de derechos de propiedad intelectual o pasarse de frenada con los recortes de las libertades.
El Comité Judicial de la Cámara de Estados Unidos, que votará las propuestas, está formado por 39 representantes, 23 republicanos y 16 demócratas. De uno de ellos, del congresista republicano de Texas Lamar Smith, que ha estado calentando la SOPA con desmesurado afán, se ha sabido que recibe durante el presente curso 2011-2012 59.300 dólares de la industria televisiva, del cine y de la música, y desde luego no es el único. Nada que ver con la patochada de Murdoch en el Capitolio que os comentábamos el lunes. Lo de Murdoch se le supone; lo de un representante popular... es mucho más discutible, aunque también es verdad que resulta elocuente y esclarecedor. Quien paga manda.
En cualquier caso, lo que está cada vez más claro es que si se aprueban estas dos actas, internet dejará de ser como la conocemos ahora, un espacio de comunicación absolutamente transversal para convertirse en un medio más de comunicación de masas donde un emisor trata sus mensajes como mejor le viene y el público los recibe como una verdad absoluta. Si se aprueban la SOPA y la PIPA, morirá el derecho al enlace y con él morirá internet como ha funcionado hasta la fecha. Si se da luz verde a estas reformas, los lobbistas harán una fiesta porque podrán seguir viviendo de la sopa boba mientras los demás nos quedamos protestando. Al menos, ese derecho nos quedará. Esperemos que no sea el único.
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