Spotify no convence a los sellos independientes. Eso es lo que aseguran en Century Media, una pequeña discográfica de heavy metal que ha sacado del catálogo todas sus obras “para proteger los intereses de sus artistas”. Representantes del sello añaden: “Spotify en su forma presente no es la forma de avanzar, las ventas físicas están cayendo en picado en todos los países donde Spotify está activo”.
Por otra parte, Mode Records, un sello de música clásica contemporánea y jazz, también ha criticado a los suecos: “Si uno se preocupa por la música debería apoyar a los artistas y sellos comprando discos físicos o canciones a través de iTunes”.
El principal problema de las discográficas pequeñas e independientes radica en que Spotify les paga poco, según afirman. “Mientras que las majors y la música pop consiguen obtener ingresos considerables de Spotify, este modelo no es financieramente sustentable para los sellos indie”. Por lo tanto, el problema no es el modelo desarrollado por los suecos, sino el abuso de posición dominante de la industria mayoritaria.
Spotify ya ha respondido en un comunicado oficial y afirma que su sistema es una “alternativa a la piratería”. Según dicen, el modelo se lanzó “para desarrollar una alternativa mejor, más cómoda y legal”. “Spotify monetiza una audiencia cuya gran mayoría descargaba ilegalmente (y por lo tanto no representaba ningún ingreso para la industria) antes de que el servicio estuviera disponible”.
En sus argumentos, los suecos se amparan en unas declaraciones de un alto ejecutivo musical en las que afirmaba que Spotify representa la mayor fuente de ingresos para la industria musical escandinava. Además, añaden que su servicio es la segunda fuente de ingresos en el mercado digital europeo.
Sin embargo, Spotify no da respuesta a las quejas de los sellos independientes, ya que habla de cifras generales, que están casi monopolizadas por grandes discográficas como EMI o Universal. Pero los sellos indie no deben ver en Spotify a su enemigo, sino todo lo contrario: quien es una amenaza son las majors, que negocian de forma agresiva.
¿Que las ventas físicas caen donde hay alternativas para consumir material audiovisual? Claro, es totalmente lógico. De hecho, lo raro sería que no ocurriese. Es como si la población aún comprara máquinas de escribir, que están en sus últimos días, habiendo ordenadores.