El cineasta Manuel Gutiérrez Aragón llamó terroristas a los internautas españoles que descargan cultura, según publica el diario ABC. Fue en la cena del miedo, tal y como se conoce en la red, donde participaron distintas figuras de la industria cultural, artistas y el editor de libros Amador Fernández-Savater. Aunque Gutiérrez Aragón se ha apresurado a desmentir las palabras que le atribuyen en el periódico madrileño, varios testigos ponen en su boca la expresión terroristas. De hecho, el cineasta no ha pedido a ABC que rectifique.
El insulto de Gutiérrez Aragón se añade a una larga lista que ha aumentado exponencialmente desde que la ley Sinde quedó noqueada en el Congreso. Algunos de sus colegas ya recurrieron a la descalificación como su principal arma en el debate de las descargas. Desde delincuentes hasta fascistas. Piratas, ladrones, mafiosos, proxenetas, talibanes… ¿Hasta cuándo?
Si echamos la vista atrás, hace unas semanas El País publicó una serie de escritos de varios artistas que se autoproclamaron como portavoces de cantantes, actores, directores de cine, productores musicales, etc. Entre otros, la voz que más chirrió fue la de Alejandro Sanz, quien, desde su bonita casa en Miami, calificó a los internautas españoles de talibanes y Señores de la Red.
Por su parte, el filósofo Fernando Savater tilda a los usuarios de Internet de grupo mafioso de presión. A estas alturas, gracias a las filtraciones de Wikileaks, el grupo mafioso de presión no es otro que el gobierno de Estados Unidos. Pero el escritor Javier Marías fue más allá. Según afirmó en su artículo publicado por El País, quien se descarga música y películas es un delincuente que está a la altura de los cárteles mexicanos. Textualmente, dice que los parlamentarios españoles “temen a los delincuentes –y lo que es más grave, no temen que éstos los apiolen, como en México, sino que no les voten–”.
En el mismo sentido se han expresado el cantante Pau Donés y el ex miembro de Unión de Centro Democrático (UCD) José Ignacio Wert. El líder de Jarabe de Palo llama a los internautas ladrones y el ex político los califica de peristas, es decir, que roban y venden lo robado a sabiendas de que es robado.
Fuera de este círculo de insultos y ataques verbales, Ángeles González-Sinde dice que “respetaría a Fernando Trueba si se declarase objetor fiscal”. Por una parte, están los ciudadanos que descargan cultura, algo amparado por la legislación española y defendido por todos los jueces que han tenido que dictar fallos sobre el tema. Por otra parte, está el fraude fiscal, que provoca pérdidas de millones de euros en España. ¿Hay que decir algo más al respecto?
Tal y como dice Enrique Dans en su blog personal, quizás sería hora de que los y las internautas como grupo ciudadano diga basta a la retahíla de humillaciones e injurias que sueltan algunos artistas y ejecutivos de la industria cultural. Quizás sería hora de pagarles con su misma moneda: las denuncias ante tribunales por intromisión en el honor. Anteriormente, se ha dictado sentencia contra Jaime Peñafiel, que calificó el canon de la SGAE a la hostelería como “impuesto revolucionario”, por faltar al honor de la SGAE. El fallo fue a favor de la gestora de derechos.
Como bien sostiene Dans, hay abogados, como David Bravo o Javier de la Cueva –entre muchos otros– que dedican una gran parte de su tiempo a debatir y argumentar lo que dice la Ley sobre las descargas y la Propiedad Intelectual. Sería un buen comienzo que se estudiase si es viable una denuncia colectiva a todas las personas que han proferido insultos, desprecios y ofensas. Hay que recordar que todos los procesos judiciales contra usuarios de Internet han sido archivados. Sin embargo, el canon digital de la SGAE ha sido declarado ilegal. ¿Quien roba a quién, con la ley en la mano?
Lo mejor del asunto es que aquellos a quien injurian son los mismos que potencialmente les comprarán sus obras. ¿Pretenden que les sigamos comprando lo que producen, cuando nos faltan al respeto de una forma tan flagrante? Yo, personalmente, no pienso pagar por nada de estos personajes.
Foto | Daquella manera