Almunia dijo ayer que "no hay nada todavía, estamos a la espera de una respuesta". Hace casi tres semanas, el Comisario de Competencia de Barroso, Joaquín Almunia, daba "semanas" a Google para resolver urgentemente las serias preocupaciones que dice tener la Comisión Europea sobre las prácticas (monopolísticas) de la compañía.
En los pasillos del poder ejecutivo (europeo) que frecuentan burócratas, políticos no elegidos y los del lobby global, se ha llegado a especular con un multón que podría llegar a un 10 por ciento de las ganancias mundiales de la compañía. Aunque el rumor y la cifra, además de una amenaza, bien puede ser un disparate, como los que se manejan en la "subasta" de las ayudas públicas para tapar el agujero de los desmanes de la banca española.
Lo que parece evidente es que Bruselas ha hecho suyas, en parte, numerosas denuncias contra Google. Entre ellas las de Foundem, Ciao Bing (propiedad de Microsoft) y un portal jurídico fundado por un destacado “magistrado socialista”. Foundem, por cierto, es miembro de ICOMP, un grupo de presión financiado por Microsoft y en permanente campaña contra la “piratería”.
Los editores del periódicos también persiguen a Google por lo que consideran un claro abuso de posición dominante “al utilizar los contenidos digitales de los diarios sin disponer de autorización ni ofrecerles a cambio ninguna remuneración”. La Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE) tardó "minutos" en mostrar su satisfacción por el ultimátum de Almunia a Google.
La Comisión Europea comparó recientemente a Google con un aparato de vigilancia orwelliano. Aunque la contundente acusación procedía del negociado de la comisaria europea de Justicia, Derechos Fundamentales y Ciudadanía, Viviane Reding.
Las prácticas de las entidades financieras españolas se resuelven con ayudas. A Google le falla el lobbyng.
Foto | Saül Gordillo