España se adelantó ayer a todos en Bruselas y levantó la mano para dejar claro que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se apunta al todos a la cárcel de la Comisaria de Interior Cecilia Malmström. Claro que a nadie le extrañó.
Un proyecto de criminalización de la red todavía indefinido del que poco podemos avanzar salvo las condenas de cárcel que se contemplan y que el objetivo ¿no es otro? que garantizar nuestra seguridad.
También conocemos que la política sueca que impulsa el proyecto tiene justa fama de estar obsesionada por controlar la red al considerarla poco menos que un peligro que promueve el terrorismo, la pornografía infantil y la trata de blancas.
Una política liberal peculiar, muy contestada y polémica que ha conseguido unir a todas las juventudes de los partidos liberales europeos, incluso del suyo, en su contra. Hasta el punto que le han llegado a hacer una campaña específica para oponerse a una de sus múltiples iniciativas contra Internet. La marca Malmström define los proyectos.
Quien la conoce muy bien es el eurodiputado pirata Christian Engström. Son compatriotas y se vigilan. Son la noche y el día. Él la libertad. Ella la represión. El pirata sueco recoge en su blog todas las liberticidas propuestas - más bien ocurrencias - de la liberal que no quieren la mayoría de liberales, ¡como será!.
Una de las últimas de Malmström es perseguir el manga y los cómics que reproducen cualquier ilustración que se pueda asociar con pornografía infantil. A Malmström se le compara con los socialistas australianos por defender la represión con extraño afán ultraconservador.
Recordemos que al ministro australiano Conroy, socialista y fundamentalista católico, de todo hay en la viña del señor, se le fue la mano con la censura en la red y coló en la famosa lista negra, luego filtrada por WikiLeaks, Assange nunca descansa, como pornografía infantil páginas en las que aparecían mujeres con senos desnudos y pequeños que según el ministro censor, al que comparan con la sueca, podían confundirse con niñas. ¿Qué problemas tendrá este hombre?.
También - como con el manga o los cómics - el social-católico australiano la emprendió con los grafiteros virtuales. Pues bien, Malmström es mucho peor.
Fue la tenaz impulsora de la firma del acuerdo Swift con EE.UU. En cumplimento de ese "gran acuerdo" los americanos exigen el ahora el acceso a todas las transacciones bancarias de más de 725 euros. Esto se hacía para luchar contra el terrorismo.
Causa bochorno y estremece que ayer en Bruselas el secretario de Estado de Justicia, Juan Carlos Campo Moreno anunciase que España apoyaría la iniciativa de la comisaria del Interior, Cecilia Malmstrom sobre la que todavía no se han pronunciado los Veintisiete ni el Parlamento europeo.
La comisaria Malmstrom con el apoyo entusiasta de España, ya tuvo el de Rubalcaba para el caso Swift, quiere obligar a los proveedores a registrar todos los datos de nuestras conversaciones telefónicas y navegación por la red durante seis meses.
También quieren saber Malmstrom y Rubalcaba nuestra ubicación exacta y para ello proponen aumentar el presupuesto de ENISA y el consorcio INDECT. Malmstrom no está (a) bien con la libertad. Tiene un problema.. con los derechos individuales y la red. El gobierno de España también.
La normativa Malmström contemplará, según ella misma anunció, penas de cárcel de un mínimo de dos años y similares para quienes instiguen, ayuden o amparen a los que cometen estos ciberdelitos, ¡todavía sin definición o tipificación!.
Fuentes de la Comisión europea explican que una vez adoptada la directiva se elevarán las penas de prisión hasta los cinco años, en lugar de los dos contemplados ahora, cuando concurran circunstancias agravantes.
Todo dentro de un ambicioso plan de control social en el ámbito de lo digital con la excusa de la ciberseguridad. En todo caso, ojo con aplaudir a Anonymous que la caza va a comenzar. Hoy, casualidad, la comisaria tiene cita con Iñigo Urkullu, el Presidente del Partido Nacionalista Vasco. Aliado gubernamental de su amigo Rubalcaba.
Foto | European Parlamient