El #vetoelectoral o el muro de la vergüenza de la partitocracia

El mercado político tiene unas murallas que lo convierten en inaccesible a cualquier mente que no forme parte de la estructura interna y subvencionada por el Estado – Eduard Punset

Cuando Eduard Punset explicaba a los acampadados del 15-M que el problema son las barreras que la partitocracia ha impuesto, sabía bien de lo que hablaba pues en su afán por regenerar la política ya intentó impulsar una nueva opción electoral y con lo que se encontró fue con esas elevadas barreras o muro de la prohibición que los partidos instalados han impuesto para proteger su oligopolio político.

Denunciaba Punset que “uno de los mayores obstáculos a la innovación política en España, reside precisamente en una Ley Electoral que contribuye a convertir los aparatos de los partidos políticos en oligarquías y a fosilizar la vida pública”. En idéntica medida, decía el programa de su pequeño partido, “dicha Ley deforma la representación política a partir de finalidades y en proporciones no justificables, siempre en favor de los grandes partidos con una insistente tentativa de dificultar las cosas al máximo a las nuevas opciones políticas”.

Corría el año 1994 cuando el “foro sutil” de Punset denunciaba el muro de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. 17 años después los partidos que se turnan en el gobierno desde 1982 (PSOE/PP y sus bisagras CiU y PNV) consensuaban una reforma de la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG) que agiganta el muro que les protege.

Así lo explica y denuncia uno de los pequeños partidos perjudicados:

La reforma de la LOREG modifica el artículo 169 de su texto. La ley orgánica pasa ahora a exigir nada menos que el aval del 0,1 % del censo electoral de cada circunscripción, pero sólo a los partidos y coaliciones que no hayan obtenido representación en los comicios anteriores. Es decir, un nuevo partido político como el P-Lib, para presentarse en toda España, necesitaría varias decenas de miles de firmas. Esas firmas, en principio, deberían obtenerse y verificarse ante notario en los veinte días siguientes a la convocatoria de elecciones a Cortes Generales. Esto, multiplicado por más de veinte partidos minoritarios habituales, significa que durante esos veinte días entre medio millón y un millón de personas tendrían que visitar las notarías de toda España, con un coste de cotejo de firmas que rondaría los trescientos cincuenta mil euros por partido, salvo que se lograra habilitar secretarios municipales y otros fedatarios públicos sin coste para los partidos, en cuantía suficiente para cumplir estos requisitos
La firma, además, no es un simple apoyo a la presentación. Cada firmante debe expresar su apoyo a ese partido político y renunciar a firmar para que pueda presentarse cualquier otro. La inseguridad jurídica es extrema, pues los partidos minoritarios obligados a cumplir este trámite no sabrán si todos los firmantes han cumplido con esa exclusividad, lo que les llevará a curarse en salud buscando aún más firmas de las necesarias (cinco mil en Madrid, cuatro mil en Barcelona, dos mil en Valencia…). Las firmas deben ir en un determinado formato y con abundante aportación de datos de cada firmante. De aplicarse a rajatabla el texto enmendado, esto deberá hacerse en presencia directa del fedatario público, lo que impediría la recogida de fotocopias de los DNI para su posterior cotejo. En cualquier caso, ¿qué partido minoritario podrá asumir el extraordinario coste económico, humano y logístico de este proceso de recogida, en sólo veinte días? ¿Quién puede instalar cientos de mesas petitorias con presencia notarial? Incluso así, ¿quién puede conseguir el apoyo de decenas de miles de ciudadanos con carácter previo a la propia campaña electoral que ha de dar a conocer el partido?

A la partitocracia no les basta con tener el favor o control informativo de unas u otras televisiones (públicas y privadas) que la reforma de la LOREG ha acentuado al exigir a las televisiones con licencia gubernamental (todas) que distribuyan el tiempo que dedican a la información electoral de cada partido en base a los resultados de las últimas elecciones, lo que pretende dañar todavía más a las nuevas opciones o partidos minoritarios. Sí, a la partitocracia la aparición de internet le lleva a elevar la altura del muro de la vergüenza que le protege.

Hará bien el denominado 15-M en recuperar el espíritu original del movimiento de rebeldía transversal en defensa de la democracia que tan bien representó y representa la iniciativa NoLesVotes.

Foto | Ana Paula Hirama

Portada de Genbeta