Por las conocidas normas de la vieja libertad
El PP sigue pensando que en España "hay sistemas de interceptación de las comunicaciones que pueden vulnerar claramente derechos fundamentales", en una clara referencia a SITEL, el sistema de interceptación de las comunicaciones encargado y financiado por el gobierno de José María Aznar. La propia Maria Dolores de Cospedal, en su calidad de subsecretaria del Ministerio del Interior, habría firmado aplazamientos para que las operadoras pudiesen tener más tiempo para instalar los correspondientes sistemas de interceptación en sus redes.
El software de SITEL, ya en poder de los aparatos del Estado, no se activaría hasta la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa en 2004. El PP alega ahora que no lo activó, una vez encargado, al tener dudas de su inconstitucionalidad. Además los populares aseguran que al encargarlo "pensaban" en la lucha contra el terrorismo. El 24 de noviembre de 2009 el Congreso de los Diputados rechazó una proposición no de ley del PP que instaba al Gobierno a remitir al Parlamento en el plazo de dos meses un proyecto de ley orgánica que regulase la intervención de las comunicaciones a través del polémico sistema de escuchas SITEL. El PP sólo recibía el apoyo de Rosa Díez (UPyD).
De hecho el PP y en concreto su portavoz Esteban González Pons ha hecho de la denuncia de SITEL una de sus principales banderas. En el lado de la sociedad civil ha sido la Asociación de Internautas quien ha venido batallando sin descanso contra SITEL tanto en los tribunales como haciéndose eco de gravísimas informaciones y opiniones críticas.
El periódico de la "izquierda alternativa", Diagonal, informó en su momento que la Policía Nacional emplea un sistema operado por Fujitsu España Services, que se encontraría en las instalaciones del Complejo Policial de Canillas. Esta concesión le supuso a la compañía informática unos ingresos de 854.400 euros. La Agencia Española de Protección de Datos también investigó acerca de Sitel pero llegando a una conclusión favorable a al uso que se le está dando.
En el viaje hacia una sociedad panóptica la sacralización del desarrollo tecnólogico nubla la razón democrática y hace peligrar la cuestión esencial y ancestral de la "vieja libertad". Nada cambia, más que las armas del combate.
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