Hace unos días comentábamos la noticia que la OTAN ampliaba sus funciones de respuesta también a los ataques en Internet. Bien, pues ahora, los Estados Unidos se están planteando si responder a los ciber-ataques, esta vez con fuego real.
Y ‘fuego real’ significa, según oficiales del Pentágono, que “si nos tumban la red eléctrica, pues lo mismo les colamos un misil por la chimenea” o que “significa muerte, destrucción, daños y disrupción a gran escala, como en cualquier conflicto convencional”. Así de simple. Así de claro.
Bajo la excusa de los ataques que comprometieron ordenadores de Lockheed Martin, contratista del Departamento de Defensa, así como el caso Stuxnet, se lanzó la idea de responder un ataque en la red con una lluvia de bombas.
Como casi siempre, el ‘problema’ está en hacer que un ataque armado se considere ‘legal’. Mediante un documento del Pentágono, se induce a pensar que las leyes de conflicto armado, las normas de la guerra, también aplican en el campo de los bits.
Por otro lado, destaca el alto nivel de dependencia del Departamento de Defensa en tanto a Internet, y por qué deben realizarse alianzas con otros países para asegurar la infraestructura.
También se comenta la necesidad de coordinar la doctrina de la ciber-guerra con los aliados americanos. Sin duda alguna, se nota que las ideas de miedo y paranoia del antiguo director de la NSA, Michael McConnell, llevan tiempo desarrollándose y cuajando.
La evaluación del daño de un ataque perpetrado mediante Internet se realizará de la siguiente forma: si el ataque causa, por ejemplo, pérdidas comerciales igual o superiores a las de un hipotético bloqueo naval, los Estados Unidos tendrán vía libre para responder con el uso de la fuerza.
Lo realmente preocupante es que los militares considerarán que los ataques más ‘sofisticados’ requieren la intervención y el soporte de gobiernos. Esto podría abrir la caja de los truenos fácilmente, ya que aún cuando no es necesaria intervención y apoyo estatales, existen formas de ataque que pueden causar bastantes destrozos.
Qué pasará entonces, ¿se acusará al gobierno de turno de haber participado en un intento de invasión cibernética? Obviamente, todos lo negarán. ¿Y luego?
Más o menos es la situación que se vivió en la corta guerra entre Rusia y Georgia, en la que un ataque dejó inoperativas algunas webs del gobierno georgiano, así como desmanteló una parte de sus comunicaciones temporalmente. Se acusó a Rusia, que dijo no tener nada que ver. Lo mismo con Stuxnet y la acusación a los Estados Unidos e Israel, que también negaron todo.
El jaque a Internet da un paso más hacia el control total. Mientras unos optan por crear redes paralelas selladas a cal y canto, otros se dedican a recortar los posibles usos de la Internet original.
Propiedad Intelectual, pornografía infantil y ciber-terrorismo. Tres pilares perfectos para que el recorte de Internet sea aceptado con un aplauso ensordecedor.