El enfrentamiento entre policías y manifestantes desencadenado por el desencanto generalizado ante la la falta de voluntad para juzgar a la cúpula del régimen de Mubarak, explotó cuando las fuerza de seguridad de Estado impidieron el acceso de familiares de las víctimas (de la revuelta contra Mubarak) a un teatro donde se les hacía un homenaje.
Más de mil personas resultaron heridas o afectadas por los gases lacrimógenos. Hay cientos de detenidos. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) , que sigue controlando todos los resortes del poder, publicó en la red social Facebook un comunicado en el que denuncia una tentativa de “desestabilización” de Egipto.
Estos lamentables incidentes (...) tienen como única razón de ser tratar de desestabilizar la seguridad de Egipto
La excusa habitual de los que deberían rendir cuentas y ven como cada vez son más los que critican la manera en la que el Ejército tutela la transición ordenada, recomendada por Washington y la decadente dirigencia europea.
El próximo 8 de julio se ha convocado una concentración masiva para reafirmar los ideales democráticos del movimiento contra Hosni Mubarak.
La doctora Shadia Abdelrahim, que atiende a los heridos en un improvisado hospital de campaña en la Plaza Tahrir, explica que “La policía está usando la violencia de nuevo y traspasando los límites. Esta situación no se puede soportar por más tiempo”.
La doctora está desde el martes a la noche en la plaza, atendiendo junto a varios colegas a decenas de personas con cortes, lesiones por el impacto de las balas de goma y con síntomas de asfixia. “Muchas personas presentaban cortes porque la policía dejó paso a la madrugada a matones que portaban cuchillos”, denuncia Abdelrahim. En el centro de El Cairo, la gente se protegía de los gases lacrimógenos con mascarillas y pañuelos con vinagre.
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