Como todo lector habitual de éste blog sabrá, Righthaven es mi troll del copyright favorito. Más que nada porque es el más claro ejemplo de lo mal que lo hacen los iluminados que pretenden ganar dinero con la ayuda del miedo y la coacción aprovechándose de la desinformación galopante que causa la brecha digital.
Los de Righthaven fueron de listos, y les han dado más palos que al perro de un ciego. Multas, más multas, condenas y hasta un juez soltándoles que su empresa era una farsa, les han llevado al final a la quiebra, y ahora a la subasta de su dominio.
El modelo de negocio de éstos señores, en minúscula, se basa en mandar cartas amenazadoras a mansalva, informando al destinatario que ha realizado una infracción de copyright por publicar algo de lo que ellos, los trolls, eran los titulares de los derechos, pero que están dispuestos a olvidarlo todo a cambio de una compensación económica de entre 1000 y 5000 dólares (de media).
En todos los casos en que el amenazado ha rehusado el acuerdo y se han continuado las acciones legales, se ha demostrado que a) el acusado no realizó ninguna infracción de nada; y/o b) que Righthaven nunca había tenido en su poder los derechos de autoría correspondientes a la demanda.
Ésto ha causado las multas y sanciones por presentar casos falsos, que Righthaven no sólo ha pagado, si no que hasta se permitieron decirle al juez que no tenía jurisdicción, por lo que los abogados del Caso Hoehn, uno de los que consiguieron demostrar las malas prácticas de Trollhaven, pidieron la intervención de las autoridades para expropiar a la empresa y que pagara de una vez.
Una de las acciones para obligar a Trollhaven a pagar es la subasta de su dominio de internet, righthaven.com, que ya va por los 1250 1950 dólares. La subasta terminará el próximo día 6 de enero.
Pero estos casi 2000, o lo que suba al final, quedan muy lejos de los más de 150.000 dólares que Trollhaven debe pagar. Bonito y divertido final para alguien que pretendió ir a por lana y salió esquilado, escocido y apaleado. A ver si otros aprenden.
Via | Ars Technica
Imagen | Tim Wayne