Aurora Pavón lo tiene claro “los indignados han vuelto a triunfar en Madrid, y en otras ciudades de España y esta vez lo han hecho –poco a poco van tomando el control- sin ninguna provocación y atentos a los violentos infiltrados de toda casta y pelaje como los que a buen seguro habrá colocado la Chacón por parte del CNI.
Unas manifestaciones pacifistas que no les habrán gustado un pelo a la extrema derecha mediática (y política de la periferia del PP) donde se han pasado tres pueblos descalificando a estos “hippies” del siglo XXI con clase de insultos: fascistas, comunistas, anti sistema, totalitarios, nazis, etc. lo que se entiende en lo medios privados y lo que no puede ser en medios públicos como Telemadrid.
También en Republica.com escribe Manuel Martín Ferrand. Lo hace para llamar a los loqueros, sin duda algunos han perdido la razón, aunque el veterano periodista está más preocupado por Rajoy y el PSOE, pero sobre todo por “España (que) se arruina en lo económico mientras se destruye en lo político”.
Sobre las manifestaciones de ayer recuerda que “quienes son capaces de protestar, desde dentro o desde fuera del sistema, contra las imperfecciones del ordenamiento que nos hemos dado saben, por lo menos, lo que no quieren. Eso no es poco en tiempos de tribulación en los que la partitocracia pone por delante los intereses de sus siglas a los de toda la Nación”
El País titula en su edición digital de hoy lunes “El 19-J prepara más protestas tras el éxito de la jornada de ayer” y destaca que “el 19-J superó al 15-M. El movimiento de los indignados, que empezó como una reacción espontánea ante “las injusticias” del sistema socioeconómico imperante hace algo más de un mes; que siguió siendo un campamento-protesta; y que terminó diversificado en asambleas de barrio y alimentado en las redes sociales, volvió a demostrar ayer su vitalidad y, sobre todo, su gran capacidad para canalizar los sentimientos de hartazgo, desencanto, frustración e incomprensión de una parte importante de la población española”.
En su editorial (Tercera indignación. El movimiento ciudadano surgido en mayo mantiene su capacidad de convocatoria) pone el acento en “el clima pacífico en el que los miles de manifestantes recorrieron las calles demuestra el error político de intentar criminalizarlos, describiéndolos como cómplices, o incluso integrantes, de grupos que practicarían la kale borroka o la guerrilla urbana”. Por ello vuelve a pedir explicaciones al consejero Puig sobre las decisiones que adoptó “ya que es en Cataluña, y solo en Cataluña, donde han tenido lugar incidentes graves”.
Las únicas explicaciones posibles serían, o bien que el fenómeno de los indignados solo ha generado brotes de violencia en la comunidad catalana, o bien que la gestión del Gobierno de Artur Mas ha sido incorrecta, o ambas cosas a la vez.
En el El País también puede leerse un artículo de opinión firmado por Josep Maria Antentas y Esther Vivas en el que destacan que “la indignación ha superado una vez más todos los cálculos, tomando masivamente las calles, y mostrando la brecha abierta entre malestar social y políticas en las instituciones. Del 15M al 19J, se han acumulado fuerzas y se han tejido complicidades, y no sólo en lo local (acampadas y barrios) sino con amplios sectores sociales que se han sentido identificados con esta crítica rotunda a la clase política y a un sistema bancario y financiero a quien se responsabiliza de la presente crisis”.
“Queremos políticos mileuristas” era una de las consignas fervientemente aplaudidas en la manifestación. La democracia actual ha resultado ser cada vez más vacía de contenido para una ciudadanía con voluntad de decisión y de control sobre sus propias vidas. Un voto cada cuatro años no es suficiente para quienes reivindican la política como el ejercicio cotidiano de sus derechos, en el día a día y de abajo arriba.
El cerco al movimiento, tras la acción al Parlamento catalán el 15J, no ha podido con una indignación social colectiva que supera a aquellos y aquellas que han estado en las acampadas. Quien crea que el movimiento es cosa de jóvenes, activistas… se equivoca.
El Mundo titula su crónica digital “El Movimiento 15M revive en las calles de toda España para protestar contra la crisis” y califica las manifestaciones de mutitudinarias. De la de Madrid destaca la presencia de ciudadanos de todas las edades, incluidos jubilados y familias con bebés, trabajadores o parados (que) han exhibido pancartas y coreado numerosos eslóganes: “Pienso, luego me indigno”, “No hay pan para tanto chorizo”, “Tu ‘Botín’, mi crisis”, “Zapatero, lacayo de los banqueros” o “¿Izquierda o derecha? Este país está envejecido. Busquemos una alternativa”.
En la Estrella Digital, Consuelo Sánchez Vicente, advierte que “la semana “de la indignación” baja revuelta para el Gobierno; ya no vale silbar, está vez tendrán que tomar nota y asumir que la gran protesta de este fin de semana es una interpelación al poder y que los que tienen el poder, es decir, firma en el BOE para cambiar o dejar las cosas como están, son los gobiernos; en España, Zapatero, no Rajoy, por simplificar. Luego le exige al Movimiento del 15-M la letra de la ‘canción’, y al final les ‘recuerda’ algo que suena a la letra de La Razón.
El movimiento del 15M tiene una buena música pero falta la letra, ese es su talón de Aquiles. Para poder pasar del sentir a la acción, de tararear a cantar, a la canción del 15M le falta la letra, un plan, lápiz y papel, acotar y ordenar las tareas, concretar: un discurso articulado, en definitiva.
Los ciudadanos con derecho a voz y voto de, por ejemplo, Madrid, ni siquiera caben físicamente en la simbólica Puerta del Sol… suponiendo que estuvieran por la labor.
Al volver a la blogosfera me encuentro con que La Razón produce monstruos y la razón (o el sentido común) siete claves sobre el #19J.
Foto | Escolar.net (La Razón)