Como si de un galimatías de terminología entre risible y oscura se tratase, el gobierno de EEUU, tras el fracaso de SOPA (Stop Online Piracy Act), pretende volver a la carga con CISPA (Cyber Intelligence Sharing and Protection Act), con la ya conocida retórica de la seguridad, a la que ahora tratan de agregar el tema del "terrorismo", como manida excusa para silenciar cualquier oposición al proyecto.
Esta semana parece que volverá a la carga con su tramitación parlamentaria, siempre y cuando el presidente Obama, no haga efectivo su derecho a veto; una posibilidad no del todo descartable, conocido el informe de la Oficina de Gerencia y Presupuesto de la Oficina Ejecutiva del Presidente, que recomendaba tal decisión. En caso contrario, parece que el proyecto podría contar con una mayoría influenciada por el lobby a favor como para superar el trámite de una nueva votación.
Los tiempos de tramitación se comienzan a aproximar a su fin y la importancia del debate parece que no está teniendo el impacto que el rechazo a SOPA consiguiera en su momento. Por eso la EFF (Electronic Frontier Foundation) pone especial acento en que se conozca públicamente cuales son las medidas reales que esta legislación trata de imponer y las restricciones a las libertades que supondría, la permanente fiscalización por parte del Departamento de Seguridad Nacional.
La movilización contra este nuevo intento de control de la red ha ido consolidándose ante la recurrente reiteración de los grupos de presión implicados en el proceso para "colar" la misma legislación con sucesivas redenominaciones del mismo cuerpo legal. En este sentido, mientras que ciertas compañías estadounidenses han apoyado esta legislación, como AT&T, Facebook, IBM, NVIDIA, Oracle, Symantec o Verizon, otras más vinculadas a la actividad en la red de redes, como Namecheap, han colaborado con EFF recaudando fondos para la contracampaña.
Apelar a la legislación antiterrorista para finalmente querer controlar los contenidos que circulan de manera privada, o como en el caso del acuerdo con Canadá, CETA, apelar a una retórica de la libertad "económica" y la recuperación de la crisis, en un contexto de auténtico uso fraudulento del término libertad, son las nuevas maneras espurias con las que el mismo grupo de interés, pretende cimentar su hegemonía, aún a costa de las libertades individuales.
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