Ayer 16 de Noviembre empezó la sesión, en el Congreso de los Estados Unidos de América, para decidir si la cámara de representantes aprueba o no la SOPA, la Stop Online Piracy Act.
La SOPA no es más que otra mutación de E-PARASITES, que a su vez es una mutación de PROTECT-IP, ambas gestadas en el Senado norte-americano, y que el congresista Lamar Smith ha presentado ante la cámara.
Cuando una ley está mal hecha, resulta perjudicial y solamente aportará malestar y problemas, como PROTECT-IP y E-PARASITES (o ya puestos, la Ley Sinde), lo mejor es olvidarse de ella. Pero en el Congreso han decidido subir las apuestas, y retocar E-PARASITES para peor, convirtiéndola en la SOPA.
Hay muy pocas cosas que diferencien las dos versiones, E-PARASITES del Senado y SOPA del Congreso, de ésta ley infame. Básicamente, la SOPA se carga los pocos resquicios legales que tendrían los afectados para intentar evitar la apisonadora.
Para hacer un pequeño recordatorio, la nueva ley de propiedad intelectual está destinada a castigar hacer desaparecer del mapa cualquier sitio web, en cualquier parte del mundo, que esté "dedicado al robo de propiedad de los Estados Unidos de América".
Requisitos y consecuencias por ser objetivo de la SOPA
Para entrar en ese saco no hace falta demasiado, tan solo que tenga cualquier tipo de relación los Estados Unidos (un simple enlace a cualquier página que esté alojada en los EUA es suficiente), que facilite, promueva o permita la "infracción de copyright" o que esté tomando medidas para evitar la confirmación que desde el web se está promoviendo dicha infracción. Es decir, todo y nada a la vez.
Basándose en estas tres etéreas premisas, cualquier titular de derechos (cuya definición también es etérea y no queda claro quien puede considerarse "titular de derechos", por lo que puede ser cualquier persona o entidad), puede lanzar una petición de cierre.
Una vez lanzada la petición, todos los servicios relacionados con el sitio web denunciado tendrán 5 días para cortar los diferentes grifos. Y cuando dicen "todos", se refieren a "todos":
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En primer lugar, se retirará el nombre de dominio de los registros DNS (tal y como se hizo en el caso Wikileaks ahora hace un año y que la RIAA no dudó aprovechar para cargarse a Megaupload)
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Luego, la empresa que proporciona alojamiento a la web también deberá hacer todo lo posible para que no sea visible de ningún modo
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Si la web presentaba publicidad de algún tipo, tanto el servicio de ads como los anunciantes individuales deberán cortar toda relación
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Si la web usaba algún tipo de pasarela de pago (PayPal, Moneybookers, terminales de pago para tarjetas de crédito, etc), éstos también deberán cortar toda relación, y congelar los fondos que tengan en su poder
Todo esto en sólo 5 días, y lo más importante: sin ningún tipo de orden judicial, ninguna vista previa, ninguna orden de la fiscalía y mucho menos de un juez. El sitio web estará bajo sitio por una denuncia, que puede darse por cualquier motivo, y para cualquier sección de la web, incluyendo un sólo párrafo de, por ejemplo, una cita.
Cómo la SOPA hace menos mala a la DMCA
Pero la nueva ley no sólo amenaza a los administradores, blogueros, editores o responsables de cualquier sitio web del mundo. También a los proveedores de servicios. En caso que cualquiera de los proveedores que acabamos de comentar o cualquier otro, no "realice todo lo posible", y otra vez la definición de "todo lo posible" resulta más que etérea, podrán recibir sanciones por parte del Gobierno Federal.
Ésta es una de las diferencias de SOPA con sus antecesoras. Hasta ahora, la ley vigente, la DMCA, no obligaba a ninguno de los múltiples proveedores a realizar labores de vigilancia, control y castigo contra sus clientes. Se podía retirar el contenido "infractor" y el caso terminaba ahí.
Con la SOPA, todas las provisiones de 'refugio' y salvaguarda incluídas en la Digital Millennium Copyright Act quedan anuladas y fuera de servicio, por lo que cualquier empresa o servicio que tenga relación con cualquier sitio web denunciado, deberá actuar contra él, o enfrentarse a sanciones. Retirar el fragmento sospechoso ya no vale, ahora se borra de Internet el dominio entero y se congela cualquier actividad económica asociada.
El objetivo final: fomentar la auto-censura mediante el miedo
Pero la SOPA no sólo amenaza a los que publican cualquier cosa en Internet y los servicios asociados. También proyecta su sombra en los usuarios que nos conectamos a Internet para cualquier cosa, desde el trabajo diario a estudiantes, pasando por amas y amos de casa buscando nuevas recetas de cocina.
Digamos que, por ejemplo, alguien está recopilando o buscando recetas para un plato, consultando un determinado número de webs con la información. En el caso que una de esas webs recibiera una denuncia por infracción de copyright (recordemos que cualquiera que piense que tiene derecho puede hacerlo), sufriría un bloqueo por DNS. En éste caso, el cocinero o cocinera no podría acceder de forma normal a la web.
Pongamos por caso ahora que nuestro internauta es algo avispado, y utiliza cualquiera de los métodos disponibles, y hasta hoy legales, de sortear una dificultad como esta: cualquier servicio de Proxy gratuito, una Red Privada Virtual (VPN) o cualquier programa que permita asociar un nombre de dominio a una dirección IP.
Cabe recordar que no es necesaria una intervención de las fuerzas del orden para que un dominio de Internet no aparezca en el registro de DNS, por lo que el uso de proxies o VPN no implica, por si mismo, que estemos consultando páginas web ilícitas, si no que simplemente pueden tener bloqueado el acceso desde según el país o la región.
Pues bien, si nuestro cocinero utiliza cualquier herramienta que sortee el bloqueo de DNS, estará cometiendo un delito. Pero no solo él, si no que los autores del software podrían ver cómo el Fiscal General de los Estados Unidos de América les busca las cosquillas, a menos que incluyan en el programa un sistema o mecanismo que permita la censura de los dominios bloqueados.
En tanto a software, la SOPA también afecta a los servicios más usados, como sería SSH, y cualquier herramienta que incluya funcionalidades de proxy. Éste tipo de software está instalado en cientos de millones de ordenadores, teléfonos, PDAs y dispositivos que se conectan a Internet, por lo que adaptar los programas a la ley puede suponer una actualización masiva de absolutamente todo. Calculen costes.
Y cómo no, la guinda del pastel se la llevan como siempre los usuarios de la red, ya que con la nueva SOPA, la difusión de cualquier tipo de contenido susceptible de estar sujeto a derechos de autor (y nótese que digo "susceptible de estar sujeto a" y no "que esté sujeto a") puede llegar a sufrir penas de hasta 5 años de cárcel.
¿Y qué es necesario para que el Fiscal General de los Estados Unidos de América te acuse de terrorista del copyright y termines entre rejas, como la parodia de Justin Bieber? Pues simplemente hacer lo que hizo el Bieber real para lanzar su carrera: colgar un vídeo en Internet en el que aparezca alguien cantando una canción, o un vídeo de nuestras fotos acompañadas de música, o un vídeo casero del abuelo mientras duerme y en el que de fondo aparece de refilón una tele mostrando unos cuantos fotogramas de cualquier película...
Conclusiones
Esta ley no va destinada a combatir las mafias del contrabando, ni los manteros y los que les proporcionan el material, ni las descargas ilegales, ni la piratería de libros electrónicos. Ésta ley está destinada a hacer de Internet un territorio de miedo, auto-censura, coerción y en el que todos seamos policías de los demás.
Dentro de poco se cumplirá un año del inicio del caso Wikileaks, que fue el ensayo general de ésta nueva ley-bazofia. Wikileaks sufrió primero un bloqueo espontáneo de DNS por parte de su proveedor (que reconocieron haberlo hecho por miedo a ser atacados) y luego, tanto VISA como Mastercard y luego PayPal le cortaron el suministro económico justificandose en que la publicación de los cables de las embajadas infringían los derechos de autor de sus titulares. ¿Y quién era el titular de esos derechos? El Departamento de Estado de los Estados Unidos, que encabeza la señora Hillary Rodham Clinton.
Volviendo al símil de "poner puertas al campo" o el "alambre de espino", SOPA no pone puertas ni alambres. Más bien abre puertas y alambres para dar paso a las apisonadoras, segadoras, excavadoras y demás parafernalia de Hollywood para que campen a sus anchas, destruyendo todo a su paso. Y todo para "mantener y salvar puestos de trabajo".
Deberían especificar que esos "puestos de trabajo" son lo de los grandes ejecutivos que rehúsan adaptarse a las nuevas formas de trabajar, y que no dudan en romper la baraja, la mesa, las sillas... y de paso partirles la cara a los demás jugadores.
Tal cual como si fuera una de sus películas del oeste, comparación que usan frecuentemente, pero que como puede verse claramente, es del todo errónea. Es la farándula Hollywoodiense, y sus palmeros locales, la que quiere convertir Internet en el Far West, en un lugar salvaje en el que cualquiera puede dispararte por la espalda en cualquier momento y sin previo aviso.
Pero recordemos que, aunque éstas leyes-bazofia se han impulsado gracias a las presiones de los faranduleros de Hollywood, al Gobierno Federal de los Estados Unidos de América (y sus subsidiarios allende los océanos) la SOPA no solo les encanta, si no que les va de perlas en aras de su falsa seguridad, el otro frente de la lucha contra Internet.
Recuerden otra vez cómo está el caso Wikileaks, que recientemente tuvo que cesar sus actividades por falta de fondos, provocada debido a la asfíxia económica iniciada con una denuncia por infracción de copyright.
La Batalla por las Internets vive estos días uno de sus puntos determinantes.
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