Gavin Warren es un antiguo investigador privado. Allá por 2003 trabajó para la Federación Australiana Contra el Robo de Copyright (AFACT en inglés), una organización al servicio de la MPAA norte-americana.
Ahora, Warren ha decidido contar cómo se trabaja para ‘investigar’ los robos de propiedad intelectual, que métodos se usan y cómo se vendió la guerra contra la piratería para generar interés en los políticos.
Warren empezó como investigador privado cuando a la AFACT se la conocía por Australasian Film and Video Security Office, realizando operaciones encubiertas para descubrir los conocidos ‘laboratorios’, con un montón de ordenadores realizando copias de CD y DVD con películas.
Desde las típicas ‘compras-trampa’ a infiltrarse en algunas redes de copiado y distribución de soportes como CDs y DVDs destinados a la venta en plan “top-manta”.
Así ‘destaparon’ una red y se incautaron de unas 15.000 copias, 30.000 dólares y más de una docena de las típicas super-torres con varias copiadoras de CD.
La noticia saltó a los medios, la AFVSO se convirtió en la actual AFACT, y les llegó un nuevo jefe, un antiguo inspector de la policía de Hong Kong que llevaba tiempo trabajando con la MPAA en Malasia.
Y como todo el mundo sabe, nuevo jefe significa “nuevas formas de trabajar”. El nuevo, Neil Gane, explicó la necesidad de dar un empujón a los números, porque lo importante son los números, con tal de atraer la atención de los medios y de la policía local hacia el tema.
Una de las instrucciones que Gane dio a su equipo de investigadores, fue la de buscar, y encontrar, enlaces con temas de narco-tráfico y robo de bienes, siempre que fuera posible.
Otra forma de generar ruido para atraer atención, cuenta Warren, es aquello de soltar “el valor de la mercancía robada en el mercado negro”. Tantas “copias ilegales” que “en la calle” tendrían un valor de tropecientosmil dólares. Y para ello, nada mejor que contar los CD y DVD en blanco como una copia más.
Así se explica el increíble, porque no se lo cree casi nadie a parte de los ejecutivos de Hollywood, incremento del impacto en “perdidas”. De 100 millones de dólares en 2002, a 1.36 billones americanos en 2011.
Ya saben, actualmente es aquello de que “una copia descargada equivale a una copia robada”, y se cuantifica como pérdida.
Lo de enlazar la piratería con el narcotráfico o el terrorismo fue relativamente fácil, bastaba con decirles a los policías y los políticos locales que la venta de copias ilegales de películas movía más dinero que la venta de heroína.
Se le añadía un poco de especias, consistentes en contar que las tremendas torres de copiado de CD trabajaban las 24 horas del día, siete días a la semana:
Cada copiadora realizando 10 discos por hora, multiplicado por diez dólares por disco son, potencialmente, cien dólares por hora, multiplicado por un número de copiadoras, por horas al año, da un potencial muy alto… Unas estadísticas muy hinchadas.
Entre esto, y que en alguna operación anti-droga se encontró alguna que otra copia no legítima que, obviamente se presentaba a la prensa como una prueba más del grave delito, el enlace de la piratería con el trafico de drogas cuajó... y de qué manera.
Ya en 2007, el jefe Neil Gane volvió a la AFACT tras un breve periplo como director de operaciones de la MPAA en la zona asiática. Y otra vez, con jefe nuevo, nuevas tácticas.
Gane lo tenía claro: había que ir a por los proveedores de servicio, o ISP, y la piratería en la red, y dejar de lado las calles y las copias del top-manta.
Tras las nuevas directrices, Warren podía trabajar cobrando por horas, en vez de hacerlo por días. Pero descubrió que un antiguo compañero estaba haciéndolo por mucho menos dinero y con encargos a medida, lo que supuso que Warren decidiera abandonar el mundillo de la guerra contra la piratería.
Aún así, siguió echándole un vistazo a los delirantes números que la para-agencia australiana presenta como estadísticas de piratería.
Ésta nueva visión desde dentro de lo que se hace en aras de la defensa de los privilegios de unos pocos nos demuestra que no estamos equivocados. Estadísticas hinchadas, vinculaciones con el tráfico de drogas y el terrorismo, dignas del mejor de los malabaristas y vender humo edulcorado para lograr cambiar leyes y hacerlas más beneficiosas para unos pocos, que además viven muy lejos de la zona en la que se produce todo el tinglado.
Muy digno de un guión para una película, aunque quedaría decidir si de terror, tragicomedia o humor absurdo.