Es el primer grupo mediático de Argentina. Sustentado sobre las sólidas e ilustradas raíces del primer periódico del país, también por prestigio, lo es, de toda Hispanoamérica. De esa raíz ha florecido un grupo potente y coherente. Hoy es propietario de Cablevisión y éste de Fibertel. Ahora la presidenta Kirchner, de un plumazo, les ha quitado la licencia como proveedor de internet. El grupo Clarín ha respondido al atropello con firmeza:
Estamos ante una medida ilegal y arbitraria, que no tiene antecedentes" y que "busca reducir drásticamente la competencia y consagrar el monopolio de las telefónicas. El Gobierno pretende anular la competencia en la prestación del servicio de Internet, favoreciendo sospechosamente a las compañías telefónicas de capitales extranjeros que ostentan un claro monopolio, en desmedro de una compañía nacional.
La inédita resolución revela una brutal actitud de hostigamiento contra una empresa (...). Pero además, implica una gravísima penalización a los clientes y a los consumidores, al pretender restringirles su libertad de elección y convertirlos en rehenes de una persecución. Como ya viene sucediendo con otras medidas ilegales del Gobierno, Cablevisión tomó conocimiento de la misma por una conferencia de prensa, en este caso del ministro Julio de Vido. Sin dudas, se trata de un nuevo y gravísimo capítulo dentro la escalada, cada vez más totalitaria, de ataques del Gobierno contra las empresas del Grupo Clarín
Fibertel, marca integrada en Cablevisión y originalmente "concesionaria" del servicio, tiene más de 1.055.000 clientes entre cliente residenciales y corporativos de Internet de alta velocidad. A los que el ministro de Telecomunicaciones, al más puro estilo chavista, ha dado 90 días para cambiar de compañía. Telefónica (a través de Speedy) y Telecom (con Arnet). La española tiene 1.406.000 clientes y la italo-argentina cuenta con 1.274.000 conexiones.
Mercado libre, nos dicen.
Foto | Bernardo Londoy Más Información | Una decisión fuera de término (La Nación)