Desde que el año pasado diferentes medios apuntasen a Telegram como una de las aplicaciones utilizadas por el ISIS para hablar entre ellos, muchas son las críticas y presiones que los de Pavel Durov han recibido por no intervenir en estas conversaciones cifradas. Pero el fundador de la aplicación no se ha arrugado, y siempre ha defendido públicamente el cifrado y la privacidad.
Esta misma tarde, y después de que la prensa alemana volviese a cargar contra ellos tras los atentados de Berlín, Telegram ha hecho públicos los resultados de la lucha que está teniendo contra el grupo terrorista. Su intención claramente es la de evitar que se le acuse de no luchar contra el ISIS, ¿pero hasta qué punto son válidas estas acusaciones?
Según los datos que ha dado hoy la aplicación, y que mantiene actualizados a diario con el bot ISIS Watch, Telegram cierra de media un total de 60 canales al día relacionados con el ISIS, aunque hay días como ayer 26 de diciembre que el número de canales cerrados llegó a 105. Con este ritmo, la aplicación cierra una media de 2.000 canales yihadistas al mes, aunque en diciembre ya lleva 2118.
Estas cifras las ha esgrimido el propio Durov en su Twitter junto al texto: "Algunos medios dijeron que Telegram hace poco o nada para evitar que ISIS utilice su plataforma. ¡Nada más lejos de la verdad!" Vemos por sus palabras que parece que el emprendedor ruso está ya un poco cansado de que siempre se le acuse de lo mismo pese a los números.
Por lo tanto, tras la publicación de estos esfuerzos Telegram da a entender que ya no se les puede culpar de no luchar contra el ISIS, pese a que tras el atentado de Berlín esto sea precisamente lo que se está haciendo. ¿Pero hasta qué punto es responsable Telegram de lo que se escribe en su aplicación?
Telegram tiene un problema
Un estudio aseguró en octubre del 2015 que los terroristas del ISIS solían utilizar Telegram, tanto para comunicarse entre ellos con los mensajes cifrados como para difundir propaganda mediante canales. En un principio Telegram no reaccionó a la información, lo que fue una estrategia catastrófica, porque sólo un mes después ocurrieron los atentados de París, y de nuevo se les acusó de ser la aplicación que los propició al no hacer nada para detener estos mensajes.
Pavel Durov, creador de la aplicación, se mostró sorprendido al asegurar que no sabía que se estuviese utilizando su aplicación para difundir mensajes terroristas, y pidió la ayuda de sus usuarios para denunciar los canales mediante los que se estuviesen difundiendo estos mensajes. Pero ya era tarde, porque en muchos países ya se referían a la aplicación rusa como "la favorita del ISIS".
Sólo unos días después de estos atentados en el país galo, Telegram empezó a ponerse las pilas y a cerrar mensajes relacionados con la propaganda yihadista. Su propuesta pasaba por banear palabras, detectar con ellas en qué canales públicos se promocionan los terroristas, y poner en marcha un protocolo específico para denunciar los contenidos y mensajes que hagan apología del radicalismo.
Pero pese a los contínuos esfuerzos de la aplicación, esta no conseguía quitarse de encima la sombra de la sospecha, y cuando parecía que los esfuerzos conjuntos de todas las grandes empresas tecnológicas estaban haciendo que ya no se hablase tanto de Telegram como plataforma del ISIS, llegaron los atentados de Berlín de la semana pasada.
La prensa alemana enseguida volvió a cargar contra la aplicación, sobre todo después de que se supiera que semanas antes del atentado el ISIS difundiera mediante sus canales un manual con consejos para atentar utilizando coches o camiones. Además se publicó un nuevo capítulo del estudio que seguía demostrando cómo utilizan los terroristas esta aplicación, una tormenta perfecta que les puso de nuevo en el ojo del huracán.
La respuesta de Telegram ha venido hoy en forma de estadísticas, pero eso no va a tapar definitivamente el asunto. Porque pese a que su responsabilidad con lo que se diga en las conversaciones cifradas sea relativa, no podemos decir lo mismo de los canales públicos. Se cierran miles de ellos al mes, eso ahora lo sabemos, pero parece que eso no es suficiente para que se sigan utilizando para organizar actos terroristas, y Telegram está fallando a la hora de controlarlos.
El cifrado no debería ser parte del debate
Como ya vimos con el iPhone de San Bernardino, los ataques terroristas se están aprovechando para atacar al cifrado, en este caso el end-to-end. Con ello, ya desde el año pasado la aplicación está recibiendo grandes presiones para que cree puertas traseras para que las instituciones puedan saber lo que se dice en ellos.
Pavel Durov sabe perfectamente qué es recibir presión de medios o instituciones. No obstante, después de que el gobierno ruso pusiera en el punto de mira su anterior proyecto, la red social VKontakte, Durov tuvo que dimitir como CEO, para que poco después las participaciones de los otros dos fundadores fuesen adquiridas por un fondo de capital riesgo asociado con Vladimir Putin y empresas estatales de combustible y petróleo.
No es de extrañar por lo tanto que la bandera de su nueva creación, Telegram, fuera precisamente la privacidad y las conversaciones cifradas. Y pese a las presiones y continuas preguntas de por qué no permitir acceder a sus mensajes privados, su respuesta siempre es la misma: que poner puertas traseras en el cifrado de su aplicación no sólo es ineficaz, sino que a quien ayudaría sería a los propios terroristas.
"Si se implementa tal medida, la mayor parte de nuestra correspondencia, nuestros secretos comerciales, nuestros datos privados estarían en riesgo", explicaba en una entrevista a la CNN. "Porque si hay una puerta trasera, no sólo los funcionarios del gobierno podrían usarla, sino que teóricamente también podrían hacerlo criminales, incluyendo terroristas".
Pero esos argumentos no relajaron el tono de los medios, y en una entrevista le llegaron a preguntar si dormía bien por las noches sabiendo que los terroristas utilizaban su aplicación. Su respuesta fue que la privacidad es más importante que el miedo a que pasen malas cosas como el terrorismo. La respuesta la explicó con el siguiente argumento:
"Si nos fijamos en ISIS, sí, hay una guerra en el Oriente Medio. Es una serie de trágicos acontecimientos. Pero en última instancia, el ISIS siempre encontrará una manera de comunicarse entre ellos. Y si cualquier medio de comunicación resulta no ser seguro para ellos, simplemente cambiarán a otro. Así que no creo que realmente estemos participando en estas actividades. No creo que debamos ser culpables o sentirse culpables por ello. Sigo pensando que estamos haciendo lo correcto, protegiendo la privacidad de nuestros usuarios".
El debate, por lo tanto, no deja de ser el viejo conocido que llevamos oyendo desde que se descubrieron las operaciones de la NSA: ¿Hasta qué punto queremos sacrificar nuestra libertada cambio de un poco más de seguridad? Es una pregunta peliaguda, sobre todo teniendo en cuenta que lo que está quedando claro es que pese a los esfuerzos de las agencias gubernamentales, los terroristas aún siguen pudiendo actuar.
El cifrado no debería ser nunca el culpable en estos casos, de manera que no podemos culparle a nuestra libertad para hablar de lo que queramos en casa de que algunos aprovechen para preparar ataques terroristas en ellas. Si se interviniese Telegram, WhatsApp o cualquiera de las muchas aplicaciones que ahora empiezan a utilizar cifrados end-to-end, quien quisiese hacer el mal seguiría encontrando maneras de hacerlo y organizarse.
Es verdad que los canales públicos sí que deberían controlarse un poco más, y no me parece mal que Telegram permita, como explica en sus FAQ, que se pueda solicitar el cierre de estos por parte de terceros. Pero ante ningún caso podemos echarle la culpa a la libertad, porque estaríamos entrando en terrenos peligrosos y orwellianos.
La lucha contra el ISIS continúa
Afortunadamente, debates a parte, como hemos dicho las grandes tecnológicas por fin están tomándose en serio la lucha contra el ISIS, cada una a su manera, pero con un objetivo común. Gracias a eso hemos sabido que la propaganda terrorista ha ido decayendo en redes como Twitter, aunque eso no les disuade de intentar conquistar nuevas plataformas.
Mientras, países como Estados Unidos están armando cibercomandos para que les combatan desde la propia red. Parte de esta estrategia pasa por conseguir infiltrarse en sus comunicaciones como supuestos reclutas y obtener información sobre las operaciones. Incluso Anonymous lleva desde el año pasado poniendo también su granito de arena.
Lo que está claro es que la batalla online contra el ISIS aún durará mucho tiempo. En ella gobiernos y empresas tecnológicas parecen estar en el mismo bando, lo que hace que, como hemos visto en el caso de Telegram o el del iPhone de San Bernardino, siempre pueda haber tentaciones por parte de las instituciones de aprovecharse del conflicto para romper cifrados y protecciones.
El problema es que mientras en el caso de Apple todas las grandes tecnológicas cerraron filas a su alrededor, a Telegram no la está apoyando casi nadie. Afortunadamente esta plataforma sigue defendiéndose a base de datos, aunque me da que eso no va a acallar las críticas. Habrá que ver qué dirección sigue tomando el asunto con el paso del tiempo.
Imágenes | International Business Times, TechCrunch, plenty.r.
En Xataka Móvil | Telegram responde a las acusaciones de los medios sobre su pobre lucha contra ISIS
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