La biografía de Elon Musk escrita por Walter Isaacson llega hoy al mercado, aunque estos días el escritor ha ido adelantando historias, algunas incluso con polémicas que luego ha tenido que corregir como un tema relacionado con la guerra en Ucrania.
También sabemos que decidió comprar Twitter cuando su hija trans decidió desvincularse totalmente de él como padre o que pudo haber sido socio de Bill Gates pero acabaron mal.
Hoy conocemos una nueva historia de aquellos momentos en los que Elon Musk estaba recién aterrizado en los edificios de Twitter (ahora X), había comenzado con despidos masivos sin previo aviso y a veces de formas muy rudas y en los que se sabía, por la información que se filtraba desde dentro, que muchos trabajadores tenían miedo de su futuro y las reacciones de su jefe.
Esta sucedió en la noche del 22 de diciembre, en una reunión en la sala de conferencias de Musk. El magnate estaba hablando con dos administradores de infraestructura de la red social que no habían tratado mucho con él antes y ese día les tocaba conocerlo en persona para explicar un problema.
Problema con los servidores
La empresa que albergaba muchos de los servidores de la red social y que estaba ubicada en Sacramento, había acordado previamente ampliar su contrato de arrendamiento para que pudieran comenzar a mudarse durante 2023, pero esa misma mañana habían pedido sacar los servidores cuanto antes porque veían que Twitter no se presentaba como una empresa viable en términos financieros.
Además, la instalación le estaba costando a X más de 100 millones de dólares al año. Musk quería ahorrar ese dinero trasladando los servidores a una de las otras instalaciones de X, en Portland, Oregón. Otro gerente en la reunión dijo que eso no se podía hacer de inmediato. Él afirmaba que eso tardaría en hacerse entre 6 y 9 meses. Tras unos momentos de silencio, Elon Musk comunicó a este hombre que, o hacía esta mudanza en 90 días como máximo o debería renunciar a su posición.
Los problemas que el gerente veía en la mudanza es que entre los servicios de Sacramento y los de Portland había "diferentes densidades de rack, diferentes densidades de energía" y, por tanto, había que hacer cambios en las instalaciones. Musk interrumpió para decir que si conocía el emoji de la explosión en la cabeza y que así se estaba sintiendo él en esos momentos.
Otro de los directivos presentes en la reunión intentaron nuevamente explicar las limitaciones. Musk pidió que alguien fuera a esos lugares a hacer vídeos y enviarlos para que él viera el interior. Faltaban tres días para Navidad y un director prometió el vídeo en una semana. "No, mañana", ordenó Musk. “Yo mismo he construido centros de servidores y puedo decir si se pueden colocar más servidores allí o no. Por eso pregunté si realmente has visitado estas instalaciones. Si no has estado allí, sólo estás diciendo tonterías…", concluyó, según publica la biografía que lanza hoy Walter Isaacson.
Musk se va a ver los servidores a Sacramento
James y su hermano Andrew, primos de Musk, volaban con él de San Francisco a Austin la noche del viernes 23 de diciembre para ir a esquiar. Pero el magnate no paraba de hablar de los servidores así que uno de sus primos propuso ir en ese momento a Sacramento y ver las instalaciones. Era tarde en la noche, pero le dijo a su piloto que se desviara y fueron a Sacramento. Alquilaron un coche a su llegada y en el centro de datos se encontraron solamente a un guardia de seguridad, miembro de X, ya que era por la noche.
Según continúa la historia de la biografía del excéntrico multimillonario, La instalación también albergaba servidores para muchas otras empresas y se requería un escaneo de retina para ingresar a cada una de las bóvedas. El guardia de seguridad pudo llevarlos a la bóveda de X. Al verlo, Elon consideró que “estas cosas no parecen tan difíciles de mover".
El guardia de seguridad le comunicó que tendría que usar los servicios de una empresa que levante los paneles del suelo y otras personas que desconecten los cables eléctricos y otros temas técnicos que rodean estos servidores. Musk le pidió prestada una navaja y con esta pudo levantar una de las salidas de aire del suelo y luego él mismo se arrastró bajo el servidor, usó el cuchillo para abrir un gabinete eléctrico, desconectó los enchufes del servidor y esperó a ver qué sucedía. No pasó nada grave en ese proceso y el servidor estaba listo para ser movido.
Al día siguiente era Nochebuena y Musk pidió refuerzos. Ross Nordeen, que trabajaba en Tesla, condujo desde San Francisco. Por el camino gastó 2.000 dólares en AirTags en un Apple Store y 2,500 en llaves inglesas en un Home Dêpot además de otras herramientas. Steve Davis, amigo de Musk, consiguió que alguien consiguiera un camión y furgonetas de mudanzas. Otros trabajadores llegaron de SpaceX. Los servidores tenían ruedas, por lo que el equipo pudo desconectar cuatro de ellos y llevarlos al camión. Así Musk demostraba que todos los servidores iban a poder trasladarse en cuestión de días.
Eso sí, hay quienes comentan que los especialistas en centros de datos que por allí estaban, se mostraron horrorizados por la falta de seguridad en el proceso: Musk y su equipo sacaron servidores sin ponerlos en cajas ni envolverlos en material protector, y luego usaron correas para asegurarlos en el camión. El horror está en que cada servidor contiene información crítica y un accidente puede hacerla desaparecer para siempre.
En todos este tiempo, los altos ejecutivos de NTT, la empresa que albergaba los servidores, no sabía nada de lo que estaba pasando. Se enteraron por la tarde y dieron órdenes de que el equipo de Musk se detuviera. Tenían miedo de que este traslado sin la maquinaria adecuada pudiera romper el suelo de sus instalaciones. Todo esto el día de nochebuena, lo que llevó al magnate a decidir esperar dos días y respetar las fiestas católicas.
Luego NTT les ofreció hacer ese servicio de sacar los servidores por 200 dólares la hora, pero Musk acabó encontrando a otra persona externa que lo hizo por un precio mucho más bajo.
Al final de la semana había logrado mover más de 700 bastidores en tres días. El récord anterior en esa instalación había sido de 30 movimientos en un mes. Eso todavía dejaba muchos servidores en las instalaciones, la familia Musk había demostrado que podían ser trasladados rápidamente. El resto estuvo a cargo del equipo de infraestructura de X en enero.
El resultado de todo esto
La historia suena inspiradora. Esa del "hombre hecho a sí mismo" que no se achanta por nada, con iniciativa y que así ha conseguido un imperio. Pero no acaba aquí. Los servidores tenían datos de usuario y James inicialmente no se dio cuenta de que, por razones de privacidad, se suponía que debían borrarse antes de moverse. "Cuando nos enteramos de esto, los servidores ya habían sido desconectados, por lo que no había manera de revertirlos, conectarlos y luego borrarlos".
Al final, afirma Isaacson según la información recopilada: "fue un ejemplo de su imprudencia, su impaciencia ante el rechazo y la forma en que intimidaba a la gente". Los ingenieros de infraestructura de X habían tratado de explicarle, en la reunión del principio, por qué un cierre rápido del centro de Sacramento sería un problema, pero no quiso hacer caso y parece que es común en él cuando alguien le lleva la contraria. Durante los dos meses siguientes, X estuvo inestable (muchos errores técnicos). La falta de servidores provocó una crisis en momentos clave como cuando Musk organizó un Twitter Spaces para el candidato presidencial Ron DeSantis y hubo errores técnicos.
En marzo de este año Musk reconoció que "en retrospectiva, todo el cierre de Sacramento fue un error" y admitía, según estas informaciones exclusivas, que "todavía hay cosas que están rotas por eso”.
Imagen | Xataka
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